He pasado un verano de lo más entretenido con la peque. Desde que regresamos del viaje en la Provenza, cuando acababa de cumplir los 6 meses, todo han sido novedades y cambios. Por un lado, le han salido los primeros dientes. También ha empezado a comer alimentos sólidos, después de 6 meses de lactancia exclusiva, y ya ha estrenado la trona. Ha adquirido habilidades de lo más divertidas como hacer pedorretas, mover las manos cuando le cantas ‘los 5 lobitos, o emitir sonidos del tipo ‘papapa’, ‘gugugu’, ‘cacaca’ y también ha dicho ‘mama’.
Pero entre los avances más destacados, sobre todo para ella, ha sido el de poder desplazarse por sí misma. Entre los 7 y los 8 meses Gala ha empezado a gatear. Este nuevo progreso en su desarrollo nos ha puesto en alerta a todos en casa. O lo que es lo mismo, nos hemos tenido que poner las pilas en temas de seguridad, proteger enchufes y retirar algunos objetos de su alcance, y también han llegado sus primeros coscorrones. De hecho, en la fase pre-gateo, cuando intentaba ponerse a cuatro patas y no tenía suficiente fuerza en las piernas para sostenerse, acababa pegándose de morros contra el suelo. Al principio, claro, una es primeriza e intenta evitar que se haga daño a toda costa, pero luego te das cuenta de que necesitan caerse y darse golpes para aprender, no solo a gatear, sino también a caminar. El hecho es que poco después del gateo, ya se puso de pie ella sola, agarrándose a los barrotes de su cuna. Y a partir de ahí no hacía más que buscar apoyos (una silla, el sofá o mis piernas) para ponerse derecha. Desde entonces ya lleva zapatos especiales para a aprender a andar (ay madre, cuando ande…).
Otro de los cambios importantes ha sido dejar de dormir en nuestra habitación. Al final han sido casi nueve meses durmiendo a nuestro lado, a pesar de que hubiésemos preferido pasarla a su cuarto mucho antes. Pero como pedía teta de madrugada, para mí era más cómodo tenerla cerca. Nuestra pediatra nos recomendó no esperar más y pasar la cuna a su habitación. La cosa es que, desde que duerme sola, lo hace del tirón. Y una novedad más es que ya ha dejado de usar la bañera de plástico que tenía desde que nació. Ahora ya se baña en la bañera de casa, algo que le encanta, porque puede chapotear a sus anchas. Además, para mí es más fácil bañarme con ella, y me he acostumbrado a hacerlo más a menudo.
El primer año de vida de un bebé es un aprendizaje diario para él y también lo es para nosotros, sus padres. Mi mejor manual es el día a día, observarla, escucharla, e intentar entenderla. Aunque a veces no tenga ni la menor idea de que es lo que reclama o le inquieta. Este año aún no va ir a la guardería, al menos va a ser así mientras yo pueda ocuparme de ella. Gala es un bebé muy despierto y activo, lo de hacer siestas no está hecho para ella, así que me da pocas treguas. Y aunque acabe el día cansadísima, no puedo sentirme más realizada como madre. Ojalá algún día los que nos mandan sean conscientes de lo importante que es la conciliación y se replanteen las bajas maternales. Desgraciadamente, me cuesta ser optimista.