Hacía algo más de 4 años que nos dejábamos caer por Lisboa. Una de mis ciudades preferidas a la que he ido en incontables ocasiones con mis padres, amigos y Mr. Columpio. Y es que como sabes, aunque vivo en Valladolid desde hace unos 8 años, soy de Mérida y Lisboa es un destino cercano y cómodo en el que te plantas más o menos en dos horas y media.
Para mí Lisboa lo tiene todo. Playa y sol, cultura y música, mucha música. Es una de las ciudades con más oferta musical que conozco y con más calidad de grupos amateurs por metro cuadrado. Basta con dar un paseo por el barrio alto y caminar por sus intrincadas calles empedradas para escuchar música en directo por cada rincón.
Hay quien dice que a Portugal le pasa con España lo mismo que a España con Francia. Es decir, que nosotros somos más amables con nuestros vecinos del norte que con los portugueses a pesar de que recibimos mejor trato de los lusos del que nosotros les damos a ellos. Yo no sé si eso es del todo cierto pero lo que tengo seguro es que a mí, Portugal, siempre me ha tratado magníficamente bien. Por eso todo el país, y en especial Lisboa y el Algarve, son de esos lugares a los me gustaría viajar con más frecuencia.
Se podría decir que Lisboa fue testigo una vez de que Mr. Columpio y yo decidiéramos “ir en serio” y quizás sea ese otro de los motivos por lo que adoro esta decadente ciudad y después de cuatro años sin verla, ya era hora de devolverle una visita en esta escapada para dos.
El mal tiempo hizo que ambos estuviéramos reticentes a sacar la cámara de fotos como solemos hacer en cada uno de nuestros viajes y por eso este post no contiene gran número de instantáneas. Sin embargo, podría resumir esta última visita a la capital lusa como el viaje de las vistas, de la música y de la gastronomía.
Son muchos y muy variados los lugares en Lisboa desde los que puedes obtener unas magníficas vistas de toda la ciudad pero en esta ocasión te recomiendo que visites el Castillo de San Jorge.
Además, desde hace unos pocos meses, podrás hacerlo sin dejarte el aliento subiendo por sus cuestas porque en la Rua dos Franqueriros (en la Baixa) se encuentra el recientemente inaugurado elevador. Es gratuito y te deja súper cerca del Castillo. Podrás usarlo todos los días entre las 9 de la mañana y las 9 de la noche.
Tómatelo con calma porque el Castillo tiene algo más de 6000 metros cuadrados y te lo pasarás bomba subiendo y bajando escaleras de piedra y observando la ciudad desde diferentes puntos de vista. Junto a la muralla se encuentra el restaurante Casa Do Leao que, aunque no se ajusta a todos los bolsillos, podría ser una estupenda opción si buscas algo para ocasiones especiales.
Pero si buscas algo más económico, una vez fuera de las murallas del Castillo, te encontrarás con un barrio de lo más animado y llenos de bares y restaurantes en donde podrás comer a precios más asequibles. Incluso alguno de ellos admite reservas con El Tenedor por lo que te saldrá aún más barato. Nosotros desde aquí te recomendamos el restaurante Alfonso O Gordo para comer y Do Chapito para cenar (sobre todo en su romántica terraza de verano)
Pero ya es hora de dejar el imponente Castillo para hacerse una pequeña excursión gastronómica a Belem. Seguro que ya sabes de lo que estoy hablando. Y es que dudo que haya pasteles más famosos que estos de crema recién horneada y que han hecho célebre a esta Pastelería fundada en 1834.
Cuenta con un aforo de más de 400 personas pero encontrar asiento es casi imposible a cualquier hora. Aunque el horario de apertura es hasta las once de la noche, sentarte allí a tomar un café deber ser tarea harto difícil. Sin embargo, en esta pastelería puedes hacer una cola rápida “Take away” en donde los trabajadores del establecimiento te empaquetarán perfectamente y en tiempo récord, el número de pastelitos recién horneados que quieras. Eso sí, tendrás que tomártelos en el parque de enfrente…
Y supongo que no querrás marcharte de Lisboa sin darte una vuelta por el paseo marítimo. Unos cuantos kilómetros llenos de bares y restaurantes en donde parar a reponer fuerzas.
Además de lugares interesantes como el Centro Cultural de Belem (CCB), el Museo marítimo El Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belén o el Planetario (uno de los más grandes de Europa) entre otros puntos de interés.
Y para volver al bullicio de la ciudad, nada como su tranvía. Desde Belem salen muchas de las líneas de Tranvía que te dejan en la preciosa plaza del Comercio de Lisboa. Desde ahí, puedes ir dando un paseo entretenido por la Rua Augusta, la plaza del Rossio y la Avenida da Liberdade. Nosotros siempre escogemos hotel por esa zona por su gran variedad y cercanía al centro.
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