Este experimento es muy sencillo de hacer, de hecho yo solo le dí instrucciones y tooooooooooooodo lo hizo mi peque… ¡no me dejó hacer nada!. Experimentó todo lo que quiso y más.
Os cuento lo que necesitáis:
Espuma de afeitar (da igual lo mala malísima que sea)
Recipientes pequeños (nosotros usamos molde para hacer cubitos de hielo)
Colorante alimentario líquido
Jeringuilla o cuenta gotas
Tarro transparente grande
Algo para remover tipo palito o cucharilla
Para incorporar un poquito más de psicomotricidad, puse una jarrita con agua para que lo primero que hiciera fuera rellenar varios de los huecos del molde para cubitos con agua, usando la jeringuilla.
Después, colocamos una gotita de cada color en cada hueco del molde. En este caso 4 colores.
Removimos cada uno de los huecos muy bien, para que el agua tomara el color del colorante.
Después le pedí que rellenara el tarro transparente con agua hasta la mitad del mismo, usando la jarrita llena de agua, que le había dejado en la mesa ya desde el principio.
Después rellenamos el resto del tarro con espuma de afeitar (agitarla bien vosotros primero por si acaso). Esta parte le encantó, por él hubiera rellenado tres o cuatro tarros más… jajajaja.
A continuación comenzamos a experimentar. La idea es ir cogiendo con la jeringuilla o alguna pipeta o cuentagotas, agua de un color e ir dejándola caer despacio sobre la espuma de afeitar en su parte más alta. El peque puede ver como el color penetra en la nube y después pasa a la parte del agua en forma de “lluvia” de colores.
El peque puede experimentar con cantidades, ir añadiendo colores, mezclar colores y ver el resultado inmediato de cada acción que realiza.
Mi peque luego quiso ir añadiendo colores, amarillo, rojo…
El efecto del rojo es increíble, resalta mucho y tiene unos efectos chulísimos.
El experimento siguió y siguió hasta que la pobre nube estaba colapsada de colores y la mezcla ya no permitía ver mucho contraste.
Aún así el peque siguió haciendo sus experimentos, metiendo agua, añadiendo más espuma, removiendo el bote y todo lo que se le ocurrió.
La mesa ya empezó a reflejar el estilo libre de experimentación del peque… jajjjaaja.
Luego agua para limpiarlo todo y… ¡¡a volver a empezar!!
Es un experimento realmente sencillo, barato, casero y que da unos resultados visuales chulísimos, a la vez que les permite experimentar libremente sin riesgos.
Si os gustan los experimentos, no os perdáis también experimentos con hielo y sal para niños. Geniales para épocas de calorcito, donde jugar con el agua es una diversión increible.
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