Esto no es bueno para ellos, es necesario que los niños salgan a la calle, que tengan contacto con lo que les rodea fuera de casa, para que aprendan a interactuar de manera adecuada.
Sí lo tenemos en casa, viendo la TV, no aprenderá algo tan simple como poner atención a lo que sucede a su alrededor, como cruzar la calle, evitar que el niño del columpio le de en toda la cabeza, no llevarse a nadie por delante. Aprende desde pequeño que su mundo es más grande de lo que cree, y que va a necesitar ciertas aptitudes que irán desarrollando con el paso del tiempo.
Los beneficios de jugar al aire libre son muchos así que vamos a puntualizar los más importantes.
Fortalece las relaciones sociales: Somos seres sociales, necesitamos relacionarnos, es beneficioso para nosotros hacerlo desde muy temprana edad. Hasta los 2 años el niño juega en paralelo, es decir observa e imita, pero luego siente la necesidad de relacionarse, y comienza a interactuar con otros niños al jugar.
En niños que son tímidos o solitarios es positivo que de forma natural vayan teniendo contacto con otros niños, lo ideal es ir al mismo parque y a la misma hora para coincidir con los otros niños y así fortalecer sus lazos.
Cuando nos relacionamos fortalecemos la autoestima y confianza en nosotros mismo, esto nos permite participar en actividades con otros y disfrutar de ellas. También aprendemos a comunicarnos, decir lo que pensamos, lo que queremos o necesitamos sin ofender ni agredir, lo cual es importante para tener buenas relaciones.
También la empatía es una capacidad que si no la trabajamos nos puede traer problemas en determinadas situaciones.
Se mantienen en forma: Las actividades al aire libre, como jugar en el parque, a la pelota, correr, nos mantienen activos. En una sociedad donde preocupa tanto la obesidad infantil y el sedentarismo, el crear el hábito de jugar fuera es muy beneficioso no solo para el niño sino para toda la familia. Cuando un niño sale a jugar, estar al sol (siempre con precaución), toda esa energía y bienestar que nos hace sentir cuando estamos disfrutando de un día espectacular se refleja en el estado anímico de nuestros niños. Jugar, correr, nos estimula, nos cansa, nos abre el apetito, queman esas energía que es difícil de canalizar si no tienen donde dirigirla.
Ganan autonomía: En el día a día los niños a través de pequeñas actividades van adquiriendo cierta autonomía, siempre y cuando los papis no hagamos las cosas por ellos. Cuando los nanos van al parque o juegan al aire libre se enfrentan a pequeños retos ya sea por los juegos que realiza o por las interacción con otros niños, toman decisiones y hacen cosas por sí solo que a veces creemos no pueden. Cuanta mayor autonomía tengan los nanos mayor será autoestima y confianza en sí mismo, y esto es fundamental para una evolución sana.
Desarrollan la creatividad: La creatividad se estimula mucho jugando, pero en la calle debemos ser más intuitivos porque estamos en un entorno que no controlamos. También el estimulo de otros compañeros de juegos nos ayuda a la hora de imaginar y ser creativos como también a trabajar en equipo. Se estimula al nano a través del juego a generar ideas, a desarrolla su capacidad de inventiva y de experimentar.
Jugar al aire libre o en el parque es una invitación a explorar, a socializar, a crecer, tan necesario para el niño como el aire que respira. Que hay riesgos, como enfermarse, ensuciarse, los peligros de la calle, si, pero de eso se trata el vivir, y debemos estar ahí para enseñarles. Así que salir a la calle con vuestros niños, aprovechar el sol, el aire, los días de invierno, jugar con el agua de lluvia, vivid la experiencia de verles crecer.