Si bien se podría decir que no es una típica ciudad para recorrer con chicos, tiene todas las condiciones y atracciones para hacerlo. Nueva York es una ciudad para todos. Tiene cultura, tiene noche, tiene tiendas, edificios, parques, museos, río y cemento. Tiene exquisitos restaurantes y excelentes lugares para comer al paso.
Supuestamente fuimos en primavera. Digo supuestamente porque era fines de marzo pero llegamos y aún estaba nevando.
Toda nuestra rutina de viaje había sido planificada previamente con mi amiga Magui. Nos alojaríamos una semana en la ciudad, pleno Manhattan, y luego iríamos a la casa de mi primo en Hampton Bays.
El hotel era económico y estaba muy bien ubicado, Quality Inn Convention Center, 442 W 36th St. A pesar del frío, disfrutamos plenamente de la ciudad. Ya nombré con anterioridad algunas cosas que son importantes a la hora de viajar con pequeños. Una super importante es el seguro al viajero. En nuestro caso, estaba incluido en nuestra Prepaga, pero hay que informarse bien. Mirula no tenía los dos años cumplidos cuando fuimos. Todo fue alegría y hasta una visita inesperada al hospital Roosevelt terminó siendo una gran anécdota.
Viajar con una pequeña llena de energía merece estar lo mejor preparado posible. Una noche, los saltos en la cama de Mirula en el hotel terminaron con un golpe en la cabeza que nos llevó a conocer el servicio de salud de la Gran Manzana. Yo había perdido todos mis conocimientos del idioma en un segundo y entre varias llamadas al seguro, me indicaron llevar a la pequeña a ese hospital. Causalmente, durante el día yo lo había visualizado en un mapa que teníamos. Corrimos a tomar un taxi/remis que llamó la gente del hotel y ni bien llegamos al hospital, nos sentíamos adentro de la serie Dr. House, ER y no digo Grey’s Anatomy, porque no, no había ningún Dr. Derek Shepherd (lamentablemente). La atención fue excelente y cuidada. Mirula estaba perfecta. Fue sólo un susto.
Fue una noche de ficción literalmente hablando: estaban filmando un reality para la ABC sobre la atención primaria en centros de salud de Manhattan. Nos pidieron permiso para ser filmadas y así, quedamos grabadas para un programa. Aún hoy nos reímos de esta anécdota con Magui. Eso fue lo más difícil que nos pasó en el viaje. Así que a no temer. No es nada de otro mundo viajar con niños chiquitos y es una experiencia increíble para todos.
Mirula disfrutó de la ciudad tanto o más que nosotras. Su curiosidad la llevó a querer observarlo todo. Había que seguirle el ritmo porque se escapaba cuando algo le llamaba la atención. Y, en Nueva York, eso sucedía a cada segundo.
A pesar de que la ciudad está preparadísima para recorrerla con niños (tienen baños con cambiadores hasta en las estaciones de subtes y locales de ropa, hay espacios para entretenerse mientras uno compra o come, etc.), hay algunos lugares que recomiendo visitar con pequeños. Ahí vamos:
El Museo de Ciencias Naturales
Ubicado justo enfrente del Central Park, el Museo de Ciencias Naturales es uno de los más importantes, grandes y famosos del mundo. Se compone de 27 edificios interconectados con 46 salas de exposición. Como tiene muchas piezas no están todas expuestas al mismo tiempo, van variando sus colecciones.
Ganó muchísima fama luego de la película Una noche en el Museo, con Ben Stiller, y en el Museo se pueden encontrar a casi todos los personajes de la primera parte de la saga.
Mirula corrió por sus pasillos y exposiciones y quiso tocar todo. Se divirtió con los dinosaurios y la sala de especies, que parecen reales.
El MoMA
Ubicado en 11 W 53rd St, el Museo de Arte Moderno es absolutamente hermoso e increíble. Alberga piezas tales como La noche estrellada de Van Gogh, Broadway Boogie Wogie de Mondrian, Las señoritas de Avignon (1906) de Pablo Picasso, La persistencia de la memoria de Salvador Dalí y obras de artistas norteamericanos de primera fila como Jackson Pollock, Andy Warhol y Edward Hopper.
Acá sí fue todo un tema pasear con Mirula. Al principio iba dormida en su carrito y no tuvimos problema. Cuando se despertó quería tocar todo y teníamos a la gente de seguridad muy atenta a nosotros. Pero era entendible lo de Mirula, ¿quién no quiere tocar un Picasso original?
En el MoMA tuvimos la oportunidad de conocer uno de sus restaurantes. No era demasiado caro o diferente de los precios que se veían en otros de la ciudad. La atención era impecable y los mozos eran kid-friendly. Imperdible.
Tienda Toys R Us de Time Square
Debido a que ya no está más FAO Schwarz (que tampoco conocimos) recomendamos ir a esta bella tienda a unos pasos del Time Square. Es una delicia para chicos y grandes. Tiene una vuelta al mundo en su interior, sectores para bebés, niñas, niños, otro de golosinas y muchas cosas más. Mirula estaba feliz ahí adentro pero, entre nosotros, yo lo disfruté mucho más.
Museo de los Niños de Brooklyn
El día después del incidente de la pared y la cabeza de Mirula, decidimos organizar un día más tranquilo y dedicado más a ella. ¿Qué mejor que ir a Brooklyn?
Si uno va a Manhattan, tiene que ir a conocer Brooklyn. Es hermoso, pintoresco y más tranquilo.
El Museo de los Niños es divino. Tiene varias salas de experimentación con agua, con arena y otras cosas. Es super apto para chicos de todas las edades. Hay salas para que los bebés disfruten y hasta estacionamiento de carritos.
Tiene una sala dedicada a especies de animales e insectos que podés encontrar en Brooklyn y también un recorrido por un mini-barrio donde los más pequeños pueden jugar a ser panadero, vendedor, chofer de colectivo/bus, entre otras.
La pasamos muy lindo. Magui se divirtió probando su nueva lente para la cámara y Mirula, jugando. Todas felices.
Puente de Brooklyn
Cruzar el puente caminando es imperdible. Es donde uno se puede sacar la postal de “Yo estuve en Nueva York”. La vista desde el puente es imponente, el puente en sí mismo es increíble.
Desde ahí también se ve la estatua de la Libertad, por si, como nosotras, no tenés ganas de hacer el tour que te lleva hasta allí, desde el puente se ve chiquita, pero se ve.
Caminar por el puente de Brooklyn con Mirula fue una de las experiencias más movilizadoras de mi vida. Fue decir yo puedo, yo siento, yo soy. Fue uno de esos momentos bisagra en la vida de uno.
Como lleva su tiempito cruzarlo, Mirula se durmió una siestita a medio camino.
Super recomendado. Hay que hacerlo. Y si van y encuentran nuestra firma en la baranda, me avisan.
Jardín Botánico de Brooklyn
Nadie nos había hablado del Jardín Botánico de Brooklyn. No sé ni cómo llegamos allí. Creo que fue buscando cosas por cercanía al Museo de los Niños. Pero desde que lo conocimos, no dejo de recomendarlo.
El Jardín Botánico de Brooklyn es enorme y bello. Es increíble que haya lugar para tanto verde ahí nomás de tanto cemento. Ojo, Brooklyn es más verde que Manhattan. Tiene muchas plazas y lugares donde pasear. El Jardín Botánico no deja de ser otra obra de arte.
Tiene un lago y varios recorridos según sus especies. Uno de los que más me llamó la atención fue el Shakespeare’s Garden, con plantas que aparecen en las obras del autor inglés.
En el Jardín hay varios invernaderos con especies tropicales o sub-tropicales. Impresionante.
Lo mejor de todo: luego de días de alimentarnos a comida que no nos gustaba mucho encontramos en su restaurant una propuesta diferente. Ahí comí una de las mejores sopas de choclo y papa de mi vida. No sé si el frío que hacía afuera y la bendición de al fin encontrar algo rico y caliente me nubla el recuerdo pero así quedó. También tienen unos sándwiches con vegetales que son muy ricos.
Como aún estaba muy fresco el clima, el taller de huerta para niños aún no estaba funcionando pero creo que abre en verano.
Sumamente hermoso.
Central Park
¿Qué decir del Central Park que ya no se sepa? Es asombroso cómo puede existir semejante oasis en medio de la jungla de cemento.
Una de las cosas a favor de ir en esa primavera engañosa fue tener el lugar casi para nosotras y unos pocos más. En general, eran locales. Así que pudimos tomarnos fotos en el círculo de Imagine, tributo a John Lennon, sin que nadie más saliera detrás de nosotras en nuestras fotos.
Caminamos tranquilas y en vez de bocinas, ahí se escuchan pajaritos o el sonido del viento. Hasta Mirula tuvo su tiempo para tomar algunas fotos. Cosa que ama desde muy muy chiquita.
Washington Square Park
La famosa plaza de Cuando Harry conoció a Sally. Divina. Luego de unas largas caminatas por el Soho, llegar a ella es reconfortante. Llena de ardillitas y pájaros que no temen a los humanos, se te acercan simpáticos a pedir algo de comida.
La plaza tiene una fuente en el medio, que como estaba sin funcionar por el frío, Mirula la usó para jugar y hacerse nuevos amigos.
Cercano al parque está la Universidad de Nueva York y si uno continúa la caminata a través de su arco del triunfo en honor a George Washington, se sale a la 5ta Avenida. Si uno sigue por allí, conocerá grandes íconos de Nueva York como la primera Iglesia Presbiteriana, el bello e impactante edificio Flatiron, el fabuloso Empire State Building y unos pasos más allá, la Biblioteca Pública, Bryant Park y la estación Grand Central. A estas tres últimas no llegamos con Mirula, porque el día que Magui volvió a la ciudad, nosotras quisimos quedarnos en los Hamptons con mi primo.
Eso es todo por ahora. Hay lugares que fuimos que no describí como el Memorial del 9/11, el mirador del Top of the Rock, el Museo Madame Toussauds, Broadway, Time Square, entre otros, que también son increíbles y no tuvimos problemas para recorrer con una niñita a pura energía de casi dos años. Pero quería dejarles los que más disfrutamos juntas. Espero que les guste.
Aún quedará una tercera parte del viaje, dedicada a Long Island, sobre todo a los Hamptons y a esa enorme alegría que a uno le da al reencontrarse con familia o gente que hace mucho que no ve y quiere.
El viaje también fue otro inicio del encuentro conmigo misma, con mi maternidad y con Mirula. Fue increíble y ahora que la pequeña está más grande, nos gusta imaginar próximos lugares para recorrer juntas.
Gracias por acompañarnos. ¡Hasta la próxima!