No es fácil reaparecer luego de dos años de ausencia bloguera. Digo no es fácil porque sinceramente estuve alejada del sano vicio de la escritura, al menos de manera tan explayada.
Casi dos años, sí. Todo empezó con unas vacaciones con sabor a la posibilidad de establecernos en otro lado. Y así fue. Estados Unidos fue nuestro refugio en todo este tiempo. Particularmente la ciudad de Hampton Bays, Long Island, en el estado de Nueva York.
Sí, con Mirula jugamos a ser neoyorkers por dos años y volvimos. Nos multiplicamos, nos fuimos dos, regresamos cuatro pero esa es una historia que contaremos más adelante.
Digo que no es sencillo reaparecer porque me encontré con que varias compañeras blogueras ya no están y me entristeció un poco. También me alegré por las que crecieron a pasos agigantados, que de una u otra forma fui siguiendo por las redes sociales, como Silvi de POKAPE, la bella Beatriz Millán, Bea de Tigriteando o Aguamarina de De mi casa al mundo.
¿Cómo estamos?
Acomodándonos. Hace dos años que venimos en proceso de deconstrucción y construcción muy rápido. Fueron muchos los cambios y muy poco el tiempo.
Después de estar todo ese tiempo fuera de nuestra zona de confort, volver a la Argentina no fue tan sencillo. Sobre todo no sólo porque no regresamos al mismo lugar de donde nos fuimos, sino porque no regresamos siendo las mismas nosotras.
Mirula ya tiene 7 años.
Uf. ¡Cómo pasa el tiempo!
El viaje
Decidimos irnos a Nueva York porque yo tengo un primo que vive ahí y en la primera visita que hicimos a ese país, quedé encantada con la supuesta vida dentro del American Dream. Lo que no tuve en cuenta es que como bien lo dice su nombre, no es más que un sueño. Pequeño detalle del que seguiré hablando en los siguientes posteos.
Luego de luchar durante varios años siendo mamá soltera y con una situación laboral insegura y en el país en general medio en picada, decidí tomarme unas “vacaciones” que servirían para ver el panorama desde el otro lado del continente.
No fue fácil. Tenía que meter toda nuestra vida en dos valijas, dejar atrás mi familia, mis amigos y todo lo que conocía Mirula hasta ese momento. Teníamos a mi mamá recuperándose de un accidente que la había dejado en silla de ruedas y sentía que la estaba abandonando en algún punto. Pero por otro lado, necesitaba despegar. Un cambio radical que nos cambiara la vida.
Y así fue.
Las despedidas no fueron sencillas. Lo bueno de haber vuelto es que no sé cómo perdí todo registro fotográfico de esos días en Buenos Aires. O sí sé, pero eso es otra historia…
Nos acompañó mi amiga hermana Faby y en un vuelo sin escalas, Mirula y yo nos embarcamos a una experiencia que nos cambió para siempre.
Los primeros meses que estuvimos allá transcurrieron entre todo el cuidado y cariño de mi primo y llevarme muy mal con su esposa por lo que nos tuvimos que ir de la casa donde nos alojábamos. Pero la vida te pone a las personas justas en el momento justo y ahí conocimos gente increíble que nos cuidó y se brindó con nosotras. A esa gente, un eterno GRACIAS me queda corto. Ya les contaré mejor sobre cada personaje que fuimos conociendo y se reconocerán ellos en mis palabras.
Lo único que puedo decir es que los primeros meses fueron movidos, de muchas mudanzas y crecimos a pasos agigantados, ambas. Mirula me guió el camino y siguió siendo mi gran maestra como siempre. Sin saber hablar bien en inglés, esa pequeña de entonces apenas cinco años, suspiró y entró en el Kínder como si siempre hubiese vivido allí. Lo recuerdo y se me pone la piel de gallina.
Lo demás fue ir llenándonos de anécdotas y de conocer gente bella como Gus y Laura, y Sandra y Camila que nos iluminaron nuestros días allá. Y el momento más importante, el pedido de Mirula a la distancia de buscar a su papá.
Todo lo que vino después supera a la ficción.
Desde que nació Mirula siento que vengo creciendo con ella y aprendiendo todo el tiempo. El nacimiento de mi primera hija me dio ganas de ser mejor persona y es en lo que vengo trabajando día a día. He tenido y tengo unos compañeros y compañeras de lujo en el camino. Agradezco por mis amigos y amigas que siempre estuvieron y están ahí para nosotras. Y en este gran paso que dimos no fueron la excepción.
Gracias a la vida por tanto.
Seguiré escribiendo y contando sobre nuestro viaje y el regreso a Argentina en los próximos días.
Qué bien me hace reencontrarme acá.
¡Hasta lueguito!