Abuela todavía no está caminando y no sabemos cuánto más le llevará recuperarse del todo. Dos años ya es mucho y suficiente para aprender sobre manejo de ansiedad pero parece que aún tenemos que aprender más como familia y seguir esperando. De a poco y con muchas ganas, ya lo va a lograr. Por lo pronto, no puede retirar a Mirula del jardín, así que yo me estoy encargando de llevarla y sacarla; y luego, voy a mi trabajo. Esto ha dado vuelta toda nuestra rutina, ya que regreso mucho más tarde por salir de trabajar mucho después de lo que lo que lo hacía y todo parece estar patas para arriba.
Acostumbrarnos al nuevo jardín también está siendo un desafío. Sobre todo para mí. Mirula aceptó los cambios bien predispuesta y super feliz. Le gusta su sala, el parque de juegos, la señorita y sus nuevos/as amigos/as. A mí me cuesta. De hecho, ya me han llamado a Dirección para hablar sobre mi postura. Sí, así como lo leen. Resulta que desde que empezamos a ir, todas las reuniones eran de padres; en el discurso era todo para nuestros hijos, y su hijo, y su hijo, y su hijo. Escuché mil veces la palabra papá y muy pocas la palabra mamá. Entonces, cuando mandaron una planilla para llenar sobre nuestro hijo, en la parte de sugerencias, realicé un comentario como mamá y como docente, un llamado a la reflexión sobre la inclusión de ambos géneros en el discurso y el uso de variantes más inclusivas como querida familia en vez de señores padres. Porque hay familias que no tienen padre, como la nuestra, y habrá otras sin mamás, y otras sin ninguno de los dos, y otras sin abuelos/as, y así infinitas variantes.
El otro día leí por ahí, en la reseña de un libro sobre familias diversas, que el libro era sobre distintos tipos de familias, completas e incompletas… y eso me hizo pensar. El hecho de que existan familias como la que formamos con Mirula, llamadas monoparentales, ¿significa que formamos familias incompletas? ¿Qué más necesitamos para completarnos? ¿Un papá, un perro o qué?
Cuando se habla de la conformación de la identidad, pareciera como que los niños y niñas que nacen en familias que no tienen la conformación convencional de mamá-papá no la tuvieran o se les perdiera algo. No lo creo así y lucharé toda mi vida para que no se vea de esta forma a los hijos e hijas que vienen de familias monoparentales, o de familias de personas del mismo sexo, o familias ensambladas, o adoptivas, etc. En nuestro caso en particular, elegí ir siempre con la verdad hacia Mirula. Ha requerido de una fuerza y entereza emocional que no pensé que tenía en un principio pero luego, con ayuda del gabinete del otro jardín y de gente querida y cercana, he logrado ir manejando de una manera más positiva para todos. A Mirula no la afectan sus preguntas, al contrario. El año pasado, por ejemplo, estuvo a la misma altura la pregunta de si ella había nacido sin papá que la de por qué las verduras son más saludables y estuvo perfecto. Porque para ella son preguntas sobre el mundo (su mundo) que son igual de importantes. En casa, la decisión de no hacerle sentir que le faltaba algo fue segura desde un comienzo y en eso trabajamos, dando los pasos sobre la verdad a medida que Mirula lo requiera. Sin omitir datos, ni dar información de más. Pero aun así, sabiendo que el día de mañana ella tendrá que elaborar y reconstruir mejor la historia de su papá biológico y yo la acompañaré en lo que ella me necesite, hoy por hoy trabajo en no hacerle sentir que le falta algo sino en que esté feliz con la familia que le ha tocado.
Nos falta tanto como sociedad para aprender a aceptar la diversidad que me asombra.
Me asombra mucho más que en la charla que tuve con la vicedirectora del nuevo jardín me haya dicho que se buscaba nombrar a veces con el masculino para generalizar y si uno seguía diversificando iba a segregar, cuando es todo lo contrario. Y me asombra y me duele mucho más que la señorita en la reunión individual que tuvimos con ella y con Mirula, me haya preguntado delante de ella si Mirula no conocía a su papá, como dando por sentado que ya lo teníamos hablado, o aún peor (y no quiero ni pensarlo) que Mirula por ser chiquita no se iba a dar cuenta de lo que me estaba preguntando. En nuestro caso, es un tema que venimos hablando hace tiempo, pero me imagino cómo hubiera reaccionado una mamá que hubiese traído al mundo un bebé por subrogación, o una que hubiera decidido no hablarle nunca sobre su papá biológico… No sé. Son situaciones personales y uno puede tomar la postura que desee.
Lo bueno es que haya podido hablar y haya tenido la posibilidad de acercar mi punto de vista. Dejaron la puerta abierta para cualquier inquietud que se presentara. Eso es lo positivo.
Todo esto que leí y pasé en estos días me ha hecho pensar. Sin dudas, me ha dado muchas más ganas de seguir defendiendo sobre los derechos y la diversidad de familias. Me ha dado más fuerzas para colaborar con mis palabras, desde la humildad, a quién está pasando por una situación similar o tendrá que pasar por ello.
Pronto, compartiré algunos libros bellos que fui encontrando sobre este tema para hablarlo con los pequeños/as. Libros infantiles con una mirada integradora y respetuosa a la diversidad.
De todo eso que quede claro que con Mirula somos una familia completa. Familia de mujeres. Como dice ella: familia de mamá y abuela. Mirula, Mamá, Abuela y Gata. Familia con identidad, familia diversa, familia como todas, familia como ninguna. Nuestra familia.
Abrazos y besos.
Si alguien quiere escribirme, lo/a animo a comentar. Y si pasás por una situación similiar, o pasaste y tenés ganas de escribirme y no te animás en los comentarios públicos, acá dejo mi mail: conmirulaporelmundo@gmail.com
¡Hasta la próxima! :)