Hace ya un par de semanas que nos despedimos de sus gargantas, sus noches estrelladas, su olor a fuentes frescas, sus escobas y sus robles.
Llevo viniendo a este sitio desde pequeña cuando vivía mi abuela y las calles estaban llenas de criaturas jugando, borricos, cabras, gallinas, vacas… Poco queda ya de aquello y hasta el paisaje sigue cambiando.
Pero son las mismas calles, los mismos arroyos y los mismos montes.
Tengo recuerdos entrañables de los veranos de mi infancia y adolescencia. Me cuesta decir lo mismo de aquellos otros veranos que nos íbamos a la playa o a hacer turismo a sitios que no conocíamos, no era ni de lejos lo mismo. Esta es mi experiencia.
El levantarme por las mañanas y salir a la calle a jugar toda la mañana con primos y vecinos, después al río o paseo. Ayudaba con algunas tareas como sacar las judías o dar de comer a las gallinas. Sencillez pura.
Conozco cada rincón, los atajos, los caminos. y aún así siempre descubro alguno nuevo. Conozco a los vecinos, las tías, los primos…. y aún así siempre conozco gente nueva.
Veo como las criaturas crecen y como los viejos se hacen más viejos mientras yo les sigo detrás.
Volver a los mismos sitios nos marca el alma, escribe con tinta indeleble que aquello es casa.
Viajar a sitios exóticos o repetir en el mismo pueblo
Creo que la infancia necesita más de esto y menos viajes exóticos a países lejanos como la industria turística nos quiere hacer creer. Y creo que también nosotras, como madres, necesitamos más de esto. Aprender a disfrutar de lo sencillo o como se dice ahora, slow.Se que esta opinión no es popular, que la gente sigue pensando que los peques necesitan viajes. Avión tras avión, que conozcan cuantos más países mejor, lejos, exótico…
Yo, por ahora, prefiero repetición y casa.
Ya habrá tiempo de viajar si es algo que el quiere (o puede que ya quede poco de esta locura de viajes, en mi opinión irresponsable con el medio ambiente, veremos, dijo un ciego).
Hay mucho que descubrir y experimentar en los sitios que ya conocemos, sin irse muy lejos. Cada experiencia irá marcando un poquito más el amor por el paisaje.
Mientras, mi peque, que ya crece, empieza a sentir curiosidad por otros sitios y países, yo se que siempre tendrá este sitio al que sentir como casa.
Hasta pronto queridas tierras de Gredos!
Deja vacío este campo si eres humano:
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