De las pocas cuestiones en las que me puedo quejar con respecto a mis hijos es en el tema de la ropa. Tengo la suerte, no se por qué razón, de que mis hijos se ponen lo que les digo, sin más. No tengo niños con un gusto o estilo definidos, que se nieguen a ponerse una prenda en concreto o que solo quieran ir de una manera. Y oye, que es una tranquilidad.
Eso no significa que no cuente con ellos a la hora de elegir su ropa y vestirse. Aunque muchas prendas se las compro yo aprovechando que estoy en alguna tienda, siempre que tengo ocasión y intento que me acompañen a comprar su ropa para que ellos opinen. Cosa que no les gusta, prefieren quedarse jugando en cualquier lado que ir de tiendas, y en caso de entrar en una tienda prefieren correr desbocados y jugar al escondite entre los percheros que acompañarme manteniendo un mínimo de compostura. Son niños, ¿qué les voy a pedir?.
Vengan a comprar conmigo o no, cuando saco las prendas de la bolsa, se las enseño y les pregunto si les gustan. Me gusta que se prueben la ropa, se miren al espejo, me digan si se sienten cómodos con ella...vamos, ¡como haría conmigo misma!. Una cosa es que yo se la compre, lógicamente ellos no pueden hacerlo, y otra muy diferente es que les imponga todo lo que les compre. No me cuesta ningún trabajo cambiar o devolver una prenda que no les guste o con la que no se sientan cómodos. Pero debo decir que casi siempre acierto, porque una ya va conociendo a sus criaturillas y con ello sus gustos, manías y preferencias.
También hay pocas opciones para que la cuestión de la ropa sea un problema. De lunes a viernes van al cole con el uniforme, maravilloso invento allá donde los haya que me permite no tener que quebrarme la cabeza cada mañana para elegir y combinar prendas, además de que evita discusiones tipo "¡no me quiero poner esto, quiero lo otro!". En invierno salimos poco a la calle por la tarde, en caso de hacerlo vamos al parque y para ensuciarse recurrimos a prendas prácticas como vaqueros y chándal, y cuando tocan extraescolares al mayor a veces ni le cambio la ropa y la pequeña tiene que llevar la ropa de ballet, así que tampoco hay que discutir mucho.
Así que básicamente se visten de manera diferente los fines de semana, yo les elijo un look a cada uno según la actividad que vayamos a realizar -no es lo mismo salir a comer, ira un parque de bolas o de barbacoa al campo- lógicamente-, les pregunto si les gusta y rara vez me llevan la contraria. El mayor desde luego es el que menos pegas pone, es tan cómodo y tan dejado en ese aspecto que le da igual cómo ir, según él lo que diga mamá está bien, y solo protesta si alguna de las prendas le resulta incómoda por algún motivo.
La verdad es que estoy hablando de los mayores teniendo en cuenta que la peque aún no ha cumplido los 5 años y esto es para más de 6. Así que voy a centrarme en el mayor, que es el que están en ese rango de edad, para no salirme del tema.
Me lo pone fácil. No le gusta el deporte, no es fan de ningún equipo de fútbol, de hecho es un poco descuidado y desastre para lo que a su apariencia se refiere. Es parte de su encanto y su personalidad, la psicóloga de su colegio lo define como "un pequeño sabio despistado", porque con esa cabeza e inteligencia que tiene para todo lo que significa aspecto personal y cuidado de sus cosas es un auténtico desastre. Ella se refiere a él como un pequeño Einstein y yo me lo imagino más como un mini Doc, el de "Regreso al Futuro".
Cuando fue de campamento este verano, a pesar de que le organicé la maleta para poder vestirse fácilmente, cuando vi las fotos me dieron ganas de salir corriendo al ver las combinaciones horribles, ¡menos mal que no era el único niño!. Hasta hubo un día que fueron a hacer actividades de multiaventura y como el muy despistado se olvidó el bañador, sin un ápice de vergüenza allá que se fue a montar en kayak en calzoncillos. Así es mi hijo.
Además no es que se conforme con lo que le compro o lo que le digo que se ponga, es que me hace unas fiestas que además de agradecérmelo me dice que soy la mejor, que qué buen gusto tengo, que como no va a estar guapo con el cariño que le pongo. Es un zalamero, el jodío. Sabe además que no le voy a obligar a ponerse algo que no le gusta, algo con lo que se sienta incómodo. Es muy desastre porque es capaz de salir a la calle con el pantalón del revés -la parte de delante atrás y viceversa-, con el jersey dada la vuelta, con zapatillas en lugar de los zapatos, por no decir que le da igual ponerse zapatos de vestir con el chánda. Vamos, que tengo que estar muy pendiente de él.
Y es que en realidad a mi hijo de momento le da igual cómo vestir, no tiene preferencias, ni estilo, ni moda ni gusto definido. Confía totalmente en mi criterio, se deja llevar y la moda, la forma de vestir no es uno de sus intereses. Se que llegará un momento en el que se manifieste personalmente en este aspecto, y cuando llegue espero respetarle y que me haga partícipe al menos dejándome darle su opinión.
Hay vida después de los seis años" es una iniciativa en la que queremos implicar al mayor número posible de blogs con el fin de hacer más visibles los problemas y situaciones que viven las familias con niños que han dejado ya atrás la primera infancia. Hijos en edad escolar, preadolescentes, adolescentes... todos tienen cabida aquí. Si estás interesado en aportar tus experiencias sobre el tema propuesto, no tienes más que publicar bajo el hashtag #hayvidadespuesdelos6 el tercer lunes de cada mes. - See more at: http://www.laaventurademiembarazo.com/search/label/%23hayvidadespuesdelos6#sthash.M415BJft.dpuf
Hay vida después de los seis años" es una iniciativa de Merak Luna - Ciclogénesis Implosiva en la que queremos implicar al mayor número posible de blogs con el fin de hacer más visibles los problemas y situaciones que viven las familias con niños que han dejado ya atrás la primera infancia. Hijos en edad escolar, preadolescentes, adolescentes... todos tienen cabida aquí. Si estás interesado en aportar tus experiencias sobre el tema propuesto, no tienes más que publicar bajo el hashtag #hayvidadespuesdelos6 el tercer lunes de cada mes.