Y no es por nada personal, que yo de pequeña disfrutaba muchísimo recibiendo cada año libros de texto nuevos o reciclados, ayudando a forrarlos, poniéndoles pegatinas con mi nombre, haciendo deberes y aprendiendo.
Nunca he sido una mala estudiante, siempre he sido ratilla de biblioteca de las que en sus ratos muertos ojeaba la enciclopedia. Hoy en día nuestros hijos no saben ni lo que es una enciclopedia por tomos. ¿Pero qué ha pasado?
Ayer las madres de mi colegio nos reuníamos con la directora por más de 40 años de un colegio privado de Valladolid, que amablemente quiere dar clases de apoyo de forma voluntaria a los niños.
Su discurso empezó con la frase “los niños tienen que ser feliz en el colegio” y fue bastante motivador y con valores muy bonitos hasta que empezó con el régimen dictatorial de que los niños debían estar sentados y callados.
Ya tenía en mente hacer esta entrada, casi obligatoria a comienzo de curso sobre los libros de texto, pues bien, reunirme con esta señora me ha dado el empujón definitivo.
A pesar de que su metodología de 1974 está más que obsoleta aunque en su tiempo era totalmente transgresora, ella nos ha recordado algo que habíamos olvidado los padres:
En el sistema educativo actual prima el contenido y no las formas.
El principal objetivo es que se cumpla con el temario independientemente si el niño tiene buena o mala letra, aprende o no el contenido de este, coge el lápiz bien o mal, sabe mantener la atención o se distrae, pasando por alto si sabe o no realizar resúmenes y esquemas…
Los niños pasan de un curso a otro arrastrando estas carencias hasta que llegan al instituto y ya es insostenible.
La verdad es que la realidad educativa que me he encontrado hasta el día de hoy no ha sido así y he visto niños de primero de primaria repetir por estos motivos.
Personalmente no me gusta, pero si eso sirve para que afiance la base en lo que a escritura y lectura se refiere, pues dale.
Ahora que hemos cambiado a un centro rural veo que aquí está todo por hacer y que con un poco de esfuerzo por parte de la docente encargada, estos niños podrían aprender hasta el infinito y más allá.
Y sin embargo el sistema que podría ser abierto y libre se cierra en torno a libros de texto.
Porque sí, porque es mucho más fácil decirle a cada uno qué página hacer de ejercicios a esforzarse por promover la autonomía y que sean los niños quienes por medio de proyectos y vivencias aprendan el contenido curricular.
Pero quién soy yo para hacer nada, una madre con un titulillo de educación infantil que ve cómo se juega con la educación de sus hijos sin poder hacer nada más que reforzar y enseñar en casa autonomía.
Que a la larga será lo que necesiten, saber organizarse, hacer resúmenes, esquemas y estudiar ellos sólos.
Destripando los libros de texto
Los libros de texto actuales me matan, me desmoralizan totalmente. El texto correcto, vale, bien: título, definición… después van los ejercicios en relación con el texto y por último encuentras un maravilloso resumen ya hecho que será lo que nuestros hijos se estudien para los exámenes.
Pues ale ya está. La ley del mínimo esfuerzo. ¿Para qué leer todo el texto y hacer nuestro resumen o un esquema? Si ya viene hecho, me leo esto de aquí abajo y danzando.
Yo abogo por los libros de consulta, atlas, enciclopedias… y por supuesto por la tecnología, porque ya que está ahí y hay acceso a cantidad de información lo suyo es aprovecharla.
A mi de poco me sirve educar a mis hijos en el esfuerzo, en intentarlo todo las veces que sean necesarias hasta que nos salga y que luego se encuentren con todo hecho y nada por hacer.
Puedes decirme que “hombre, hacen los ejercicios”. Ejercicios de poco pensar cuya respuesta se copia integra del texto. EMMMMM
Y luego está el tema ecológico, que en la época que estamos en las que existen ya los libros digitales, los juegos educativos y miles de plataformas con contenido educativo…¿qué sentido tiene seguir con ese gasto de papel?
Que además es un gasto bestial con un tratamiento específico que dificulta muchísimo su posterior reciclaje y reutilizarlo también se complica cuando los contenidos son cambiados de un año para otro.
Pur último el precio es demencial si tienes en cuenta todo lo anterior.
Peleando con las tareas escolares
Odio los deberes, los de mis hijos.
Los deberes que les mandan del colegio porque en casa somos muy de coger el cuadernillo rubio y hacer una página porque sí, porque les entretiene.
Pero las tareas escolares me sacan los ácidos gástricos porque veo que mi hijo (el mayor, el peque aún no tiene) no sabe hacerlas.
No lee el enunciado (lo que me indica que en clase lo lee la maestra) y empezando así, mal vamos.
Después está que entienda o quiera entender lo que el ejercicio le pide y por último que lo haga correctamente.
Y al final de pura desesperación le termino ayudando y es lo peor que puedo hacer.
Pero es que todo esto tan básico: leer el enunciado, comprender lo que dice y contestar correctamente… ¿por qué no se lo han enseñado en el colegio?
No, les enseñan el temario, leer el texto y contestar las preguntas. Pero nadie les ha enseñado a contestar preguntas y nadie nace sabiendo.
Mi hijo tiene 8 años y una carencia de herramientas de concentración tremenda, y si lo complementas con una vagancia extrema… el resultado es una madre estresada con las tareas escolares.
De momento a pesar de estar en tercero jamás ha realizado un examen y miedo me da.
Aunque también me reafirmo en que no es sólo culpa del sistema, que el niño cumple la ley del mínimo esfuerzo a rajatabla como si fuera su religión.
Tirando de muletilla de madre: es listo, pero no le da la gana.
Si en algún momento me dicen que debe repetir pués repetirá y lo tomaremos como una oportunidad para que refuerce aquello en lo que falla.
Valorando métodos clásicos obsoletos de señoras anti-zurdos
Recomiendo leer: Los innovadores de la educación de hoy serán los clásicos de mañana.
Esta es una de las cosas que me gustaron de la reunión con esta señora, aplicaba su metodología partiendo de las carencias educativas de los alumnos.
Eso y que eran clases de alumnos de varias edades, que para mí eso es algo muy motivador. Los peques toman contacto con temas que tratarán en el futuro, aprenden de los mayores
Luego me disgustaron cosas como que se basaba en la disciplina tipo militar, silencio total, mantenerse sentado en el asiento, no alzar la voz… que suena muy idílico todo, que muchas madres pagaríamos porque nuestros niños estuvieran en silencio un par de minutos (ya no digo horas).
Pero a mi el sonido de niños es lo que me mueve como educadora: las risas, los gritos, sus preguntas, sus argumentos geniales y sus ideas locas e ingenuas.
Los niños tienen que aprender moviendose, jugando, tocando, viendo, experimentando…
Según ella era todo muy democrático, los niños eran escuchados y se tenía en cuenta su opinión y para paliar el orden militar en las aulas tenían muchos momentos de exploración.
Y por supuesto unos resultados académicos excelentes.
Hay muy pocos datos sobre ella y el colegio en internet, pero todo esto que os cuento nos lo mostró mediante documentos, recortes de periódicos, revistas… No pongo el nombre por no hacer escarnio.
Como ya su centro está cerrado y ella jubilada ha venido al pueblo a aportar lo que pueda y se nos ha presentado como una gran oportunidad de paliar las carencias educativas de nuestros hijos e hijas.
Si bien yo no soy muy partidaria de su metodología disciplinada y sobre todo de su ideología anti niños zurdos, no me parece del todo mal que evalúe a los niños y elabore un itinerario para trabajar las carencias educativas que tengan los niños de base.
Esto de la ideología anti zurdos me quebró los esquemas.
Cuando vió que mi hijo menor era zurdo me dijo que debería corregirle porque ser zurdo les trae muchas dificultades y que un zurdo debe ser enseñado por un maestro zurdo.
Me quede en silencio por educación, no quiero que le de un perrenque a una señora mayor, y si la hubiera contestado seguro que le habría dado una ligera taquicardia.
Y es que su anticuada metodología, que en su tiempo fue moderna, choca de modo frontal contra mi forma naturalista de ver la educación.
Si, naturalista: los niños gritan, corren, rien, hacen ruido, se ensucian, juegan… y paliar todo eso, forzarles a estarse quietos me parece antinatural.
Si hablamos de cambiar la direccionalidad de un niño que ha sido zurdo 5 años, para evitarle afrontar los problemas que se le planteen y superarlos…apaga y vámonos.
Pero bueno, que no es mi intención destripar a esta señora, que es una gran persona pero pertenece a otra realidad.
Ni tampoco manifestar que esta escuela rural tiene carencias, que de momento mis hijos asisten muy felices y hasta hay que pelear con ellos para que salgan de allí.
Lo que tengo claro es que ninguna formación anterior a la universidad te prepara para ella, al final eres tú el que aprende a organizarse y encuentras tu método de estudio.
Que si se reforzara eso desde pequeños sería mucho más sencillo alcanzar lo que te propongas, en lugar de centrarse tanto en terminar el temario por medio del libro de texto.
Revindico otras formas de aprender, en las que los niños deban buscar, investigar, leer, navegar por internet en busca de información y luego aprendan a poner todo lo encontrado en un orden con sentido. Creo que es como más aprendes: haciendo.
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