Hoy es el Día Mundial del Niño Prematuro y las redes sociales están plagadas de imágenes de bebés en incubadoras y niños rechonchos que nos demuestran que todo es posible, incluso en casos totalmente "rompe estadísticas"…
Hace casi 4 años, yo tuve un bebé prematuro que, desafortunadamente, no sobrevivió mas de 24h, pero no os voy a contar de nuevo la historia, ya hay varios post en el blog en homenaje a nuestro pequeño gran guerrero.
Las grandes batallas no se libran solas, hace falta mucha ayuda, como toda la que yo tuve en su día… ayuda para decidir, para resistir, para luchar, para llorar o para sobreponerme… ellos fueron y serán mis héroes...
El diario: mi primer ayudante virtual fue un diario… el diario de mi bebé que un día empecé cuando un test dió positivo… era tan sólo un simple archivo de word. Escribir siempre ha sido mi medio, mi herramienta de comunicación, de expresarme, de desahogarme y aunque habían días que no me apetecía nada escribir, me obligaba a ello como un capitán de barco rellenando religiosamente su cuaderno de bitácora, un blog rudimentario, vaya… está claro que algún día este blog tenía que nacer, verdad? Reconozco que me costó mucho escribir la última entrada de aquel diario… reconozco que me costó aun mas volver a releerlo un día… reconozco que duele leer una historia cuando ya sabes el final.
La información: confieso que soy muy metódica para casi todo y cuando me lanzo a por algo lo hago con todas mis fuerzas e intento documentarme lo mejor posible para después estar preparada… me leí todo lo que encontré sobre cómo vivir con un hijo prematuro, cómo cuidarlo en su incubadora, el método canguro, el piel con piel, todo… quería estar preparada para mi batalla… pero la perdí antes de empezarla...
El foro: por aquel entonces lo que más se usaba en Internet eran los foros y en mis eternas horas de reposo en aquella habitación de hospital encontré consuelo entre un grupo de madres que se preparaban para la batalla o que ya estaban inmersas en ella… poníamos velitas virtuales para conceder deseos a pequeñas vidas, para que una prueba saliese bien, para que superara esas 24h límite donde la vida y la muerte juegan al todo o nada… y entre aquellos mensajes se crearon amistades virtuales con grandes mujeres que solo ellas pueden comprender el nivel de tu desesperanza… Nunca olvidaré a Noa con su llamada alentándome a seguir adelante, recordándome que todo era posible, como lo fue su gran prematuro de 25 semanas que hoy tiene 7 añazos y regala sonrisas llenas de vida… o a Andreina… ufff, aun recuerdo cuando, una vez acabó todo, me invitó a su centro de quiromasaje para aliviar toda la tensión acumulada durante meses… hoy su pequeña Elisa también ilumina mis días con cada foto que su mamá comparte conmigo desde entonces. Gracias, amigas...
Mi peluquera: suena raro, verdad? Un par de veces pasé por su peluquería para cortarme el pelo durante mi reposo, la última vez bien corto, sabía que no iba a tener tiempo de peinarme en mi batalla, así que necesitaba un corte práctico… que luego tuve muuucho tiempo para peinar. Ella vino a buscarme al coche cuando mi marido fue a pedir cita para él, yo no tenía ganas de hablar con nadie, pero abrió la puerta, se agachó, me miró a los ojos y me dijo que tenía que ir el mismo día que él a la peluquería, era una orden!. Ese día me mimaron como nunca… no había mucho pelo que peinar, desde luego, pero estuvieron una hora dándome un masaje en la cabeza, peinándome, poniéndome todo lo guapa que una cara rota pueda soportar… inolvidable. Gracias Mª Ángeles...
Mi suegra: una mujer incansable, incombustible… tooodos los días, después de levantarse a las 5 de la mañana y trabajar hasta las 15h, venía al hospital a relevar a mi marido y a cuidarme, me traía revistas para distraerme, algún capricho de chocolate para endulzar mi ánimo… y allí se quedaba hasta ver y comprobar que había cenado y entonces se marchaba. Es mi otra madre, con eso os lo digo todo…
Los amigos: no voy a decir nombres, porque seguro que alguno se me olvidaría y no sería justo. Ellos saben quienes son… los que me escribían mensajes, los que venían a visitarme, los que compartieron mi dolor… ellos son.
Mis hermanas: son tan diferentes… una es madre de dos hijos y la otra no tiene, pero ambas tuvieron su cometido. La pizpireta Marta anunciaba su llegada con sus tacones por todo el pasillo del hospital, ya sabía que venía mi amiga de los ojos brillantes y cotilleos para contar. También la más sincera desde el primer momento, algo en ella le decía que todo esto era una locura… ella me ama, por encima de cualquier cosa. Carmen, la templanza… ella pasó conmigo la primera noche, la de las 24h donde la vida y la muerte juegan al todo o nada, como os he dicho antes… jamás olvidaré su mirada, con ella me lo dijo todo, ella lo sabía, no hacía falta que le dijera nada mas. Ellas me completan...
Mi madre: es una mujer bastante mayor e hizo lo que pudo durante todo este proceso, pero también estuvo en momentos clave y muy decisivos donde el dolor y la desesperanza inundaron nuestros corazones. Es una mujer de pocas palabras, pero sé que jamás olvidará mi rostro ante la derrota.
La familia: son muchos, de una y otra parte, pero les recuerdo a todos en el hospital, alrededor de mi cama, con el rostro compungido intentando de alguna forma compartir nuestro dolor ante la pérdida… un momento en el que yo quería estar sola pero a la vez no. Gracias por no hacerme caso…
Mi hija: ella comprendía y no comprendía, algo no cuadraba en su día a día con 3 añitos… se quedó durante 4 días esperando a su tete, pero éste nunca llegó… bueno, lo hizo dos años mas tarde, en otro cuerpo, en una nueva luz. Ella me salvó, con su abrazo al llegar a casa, me rescató del abismo y me recordó todo lo que aun tenía por luchar a pesar de la batalla perdida. Te quiero mi niña…
Mi marido: todo lo que os puedo contar sobre él durante este tiempo lo podéis leer aquí. El pilar, el sostén, el abrazo, la resistencia… el TODO. No en vano era su hijo también, dentro de la persona a la que más quiere en este mundo. La viva imagen de que el dolor solo te hace más fuerte…
Yo: mi mejor ayuda, mi gran heroína, sin duda. Yo, sólo yo, decidí no hundirme, valorar los costes físicos y emocionales, reconocer que había perdido la batalla y a mi pequeño también. Reconocer que había hecho absolutamente todo lo que estuvo en mi mano, entregué mi cuerpo sin reservas a la causa, fui en realidad esa incubadora que yo pretendía vigilar un día en la UCIN… Si, me he arrepentido alguna vez de haber seguido adelante pese a todo lo que tenía en contra, pero que el peso de esa decisión recayera totalmente en mi fue injusto y es lo único que puedo reprocharle a la vida… A ella, a la vida, aquel día la miré a la cara y le dije “y si consigo un milagro?” ... Y al final, siempre desecho de mi mente el arrepentimiento porque sé que jamás habría soportado una vida pensando en el otro “y si…”, en el “¿y si hubiera sobrevivido?”...
Y sí.. los milagros ocurren, no en aquella ocasión, pero ocurren en muchas otras vidas, en muchas otras familias, que cada día luchan por ganar la misma batalla que yo perdí… por todos esos pequeños grandes guerreros que le dan la patada al destino y le plantan cara a esas dos que juegan al todo o nada…
Enhorabuena y gracias por, en días como hoy, recordarnos que todo es posible y plagar las redes sociales de niños rechonchos con sonrisas que se reflejan en las estrellas del cielo, nuestras estrellas…
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