Conocimos Cups and Kids a través de Mammaproof, la guía de Madrid para padres inquietos. La cafetería está situada en la calle Alameda nº18 de Madrid (para los que os hagáis un lío con las calles, como es mi caso, os diré que está justo detrás de CaixaForum, en pleno Barrio de las Letras) y es un espacio encantador diseñado por la arquitecta Mónica Diago, autora del blog ‘El taller de las cosas bonitas’. Según me enteré estando allí, hace cosa de un mes el negocio cambió de dueños, pero lo cierto es que siguen manteniendo el espíritu que nos hizo querer visitarlo. Además, tuve la oportunidad de charlar un rato con los nuevos propietarios, papis de un bebé de ocho meses, y la verdad es que son muy majos y tienen un montón de ideas y actividades en mente. Entre ellas organizar una quedada de papás blogueros. Yo lo dejo caer aquí para que no se les olvide…
En Cups and Kids todo está cuidado al más mínimo detalle. En un primer momento destaca su colorido. Ese pasillo largo y vertical que te lleva desde la entrada hasta el final del establecimiento, una amplia zona de juegos repleta de juguetes y libros en la que Mara se lo pasó a lo grande, y en cuya pared destaca un enorme mural pintado con edificios, culminado por una caseta de madera de lo más molona de la que Maramoto se hartó de entrar y salir.
A un lado del pasillo quedan las mesas (no faltan las famosas tronas de Ikea) para degustar una repostería casera con una pinta espectacular (cookies, tartas -qué pinta tenía la lemon pie-, muffins, donuts…). Al otro, la caseta que hace las veces de cafetería, el baño (amplio y con cambiador, cómo no) y dos iPad insertados en un mueble a la altura de los más peques para que éstos también toquen tecnología y pasen un rato entretenidos con las apps.
Y para culminar una cafetería enfocada a las familias, no podían faltar las actividades dirigidas a peques y padres. En Cups and Kids realizan una cuidada programación mensual repleta de actividades (gratuitas y de pago). Podéis consultarlas en su web. En nuestro caso, sin saberlo, nos encontramos con Makiko Sese, una simpática japonesa residente en Madrid, que mantuvo entretenidos a los pequeños clientes del local con el teatro Kamishibai, una forma de contar cuentos tradicional y muy popular en Japón. Digamos que fue una mañana de lo más completa
PD: Yo no me di cuenta, porque estuve el 80 por ciento del tiempo en la zona de juegos intentando seguir el ritmo de Maramoto, pero la mamá jefa y dos amigas (que nos acompañaron en la experiencia) pasaron frío sentadas en la mesa. Es cierto que hay un aire acondicionado en marcha en la zona de juegos, pero quizás no tiene la suficiente fuerza para calentar el resto del local.