Tras más de un año de uso y antes de darle carpetazo (sin duda aguantará a siguientes generaciones) me pregunto si realmente salió rentable nuestra inversión. ¿Merece la pena invertir en una buena silla de paseo o tirar de una más sencilla durante los primeros meses? Mi respuesta es que sí merece la pena la inversión.
¿Quién lleva a quién? Si sólo sirve de juguete, ya es hora de jubilarla.
Hemos usado muchísimo la nuestra, la hemos devorado y arrastrado por todos los rincones. Así que sí, sólo si es práctica, cómoda, trotera y prácticamente irrompible, con buena capacidad y sobre todo, muy reclinable. Nosotros optamos por la Peg Perego Booklet y no ha podido salirnos más buena. En colaboración con sillasdepaseo.es, cuento qué hizo que nos decantáramos por una silla así.
Para decidirnos fue fundamental su sistema de reclinado. Al tumbar el respaldo, la silla se queda prácticamente en una apertura de 180 grados y el niño tiene muchísimo espacio. Es clave que fuera así de cómoda, porque las siestas de mi hijo han sido sonadas en esa silla: ha tenido espacio para dormir completamente estirado, con los brazos hacia arriba y se ha podido girar para un lado y para el otro (si no estaba atado, por supuesto). De hasta dos horas le hemos cronometrado. Lo que la hemos disfrutado durante las comidas fuera, en los restaurantes, mientras él descansaba a pierna suelta y nosotros teníamos nuestro rato de tranquilidad, no tiene precio. Por cierto que mucho mejor si tiene un buen reposapiés (para descansar a lo largo) y si es regulable, mejor que mejor.
Para mí es muy importante que sea amplia y tenga buena cesta para aguantar nuestro ritmo diario. Ha habido momentos en que la he sacado a la calle aún sabiendo que no se iba a sentar, sólo para poder llevar la compra cómodamente por el pueblo, además del bolso de pañales y toallitas, el patinete o el correpasillos que tocara. Lo cierto es que ahora que la vamos a aparcar, vuelvo a sufrir por mi espalda. No sé cómo se apañan las madres de dos o más para no llevar la silla tan rebosante como la mía.
La silla de paseo tiene que ser trotera y resistente. Es por este motivo por el que opté por una silla de manillar corrido y no una de tipo paraguas como las MacLaren, que llevan la fama de ser sillas de paseo pero que veo demasiado enclenques. No es lo mismo llevar a un bebé quietecito en el carro que a un pequeño de año y medio o dos años que lucha por escapar de la silla, que se mueve mucho más y salta sobre ella. Las ruedas, el manillar reclinable y la capota contribuyen a que sea más resistente y práctica.
En mi caso, que no uso mucho el coche y me muevo más en autobús, no fue decisivo que ocupara poco espacio en el maletero. Pero está claro que esto es un plus. Para quienes andan todo el día con el coche, lo mejor es optar por la silla más ligera posible (y en esto las que se pliegan como un paraguas ganan por goleada)
Por todas estas razones, sí, volvería a invertir en una silla de paseo, se use el tiempo que se use. Porque hay bebés que se cambian de la silla del trío a la silla ligera alrededor del año, otros que lo hacen antes y algunos, nunca, dependiendo del modelo del carro:
– Si el trío no te salió bueno o el capazo no es muy grande y no se puede adaptar a silla, está claro: hay que pensar en pasar a una de paseo.
– Si la silla del trío es buena, como un trío de Perego (en.pegperego.com), se puede estirar un poco más su uso, ya que el niño siempre va a ir más alto y más cómodo que en la ligera (también llamada de segunda edad), que en principio está pensada para niños algo más mayores.
– Ahora bien, con sillas de alta calidad puede no ser necesario hacerse con una ligera, a no ser por problemas de espacio y de plegado. La estructura de los tríos está formada por dos piezas separadas (para poder encajar el grupo cero, el capazo y la silla) y al final, terminan ocupando más hueco en los maleteros (además de ser algo más pesadas). Desengañémonos, realmente el principal motivo por el que se termina pasando a la segunda silla de paseo es que los padres nos cansamos de plegarla para meterla en el maletero: dos piezas siempre resultan más incómodas de manejar que una.
¿Cuándo cambiasteis a la de paseo y en qué momento la jubilasteis definitivamente?
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