Puedo jurar, que nada más empezar a buscar en internet imágenes de piojos para el post, las tripas se me revolvieron y la cabeza comenzó a picarme. ¡Puaaaaaaffff! ¡Solo de pensar la posibilidad de que los piojos puedan llegar a casa me da algo! Yo ya estoy servida con mi comando piojo particular así que espero sea verdad lo que una amiga me dijo: los piojos respetan a sus congeneres, ja ja ja ja.
Y es que si el piojo jefe llegara o llegase con los dichosos bichitos a casa hasta su colega de aventuras tendría que pasar por revisión. ¿Saben lo que sería comprobar si un pastor alemán tiene bichitos? Puafff, pobrecito mío, ¡pobrecita de mí!
Aaaaaah, en un momento me he imaginado con la cabeza rapada, en realidad eso no me asusta en alguna ocasión lo he llevado extremadamente pequeño, je je je, pero ¿el pobre Gabo? ¡Noooooooooooo! ¿Imaginan al pobre rapado?
Anda, Elva, deja de decir locduras, te tocaría bañarlo un par de veces a la semana con su champú y ya. Además, se supone que el collar también lo protege contra los dichosos bichos. ¡Idea! ¿Y si le pongo un collar perruno al piojo jefe? Je je je je. No, casi mejor que no. Mejor optaremos por alguno de los múltiples remedios caseros que ya he cotilleado en internet.
Bueno, es lo que tiene el otoño y la vuelta al cole, ejem, casi mejor decir la vuelta al cole, porque por estas tierras aún no hemos visto aparecer al otoño:¡Otoño regálanos tu presencia!, los piojos se cuelan en clase buscando cabecitas pensantes que invadir...
Besitos Avainillados