Es aquel que ocurre cuando hay pérdida de líquido amniótico y no se han presentado contracciones. Aunque el líquido nunca se pierde totalmente (excepto algunos casos), normalmente queda lo suficiente para proteger al bebé y también el cuerpo de la madre lo va segregando. Desde hace generaciones, es temido por muchas mujeres embarazadas por conocerse como un parto doloroso y complicado, sin embargo, ginecológicamente, no existe el término parto seco, de hecho, la ciencia médica niegan que sea más riesgoso.
¿De qué manera afecta al bebé?
El romper la fuente (como se le dice coloquialmente), no significa que el bebé ya debe nacer, aunque si es necesario tomar precauciones, ya con el rompimiento de la bolsa amniótica el bebé queda expuesto, pudiendo contraer infecciones fácilmente, por un lado se encuentran las bacterias que se esparcen en la vagina, las cuales podrían trasladarse hacia el útero afectando directamente al bebé, por otra parte, aunque el líquido que está saliendo no permite que entren bacterias si se pueden introducir al momento de realizar los tactos vaginales, por lo cual se debe tener cuidado.
No es preciso realizar las labores de parto inmediatamente al romper aguas, los médicos recomiendan esperar de 24 a 48 horas, siempre y cuando existan contracciones; de lo contrario, se recomienda esperar solo 12 horas para que el parto ocurra de forma natural, si durante este tiempo no se presentan las contracciones el parto deberá ser inducido, es decir, provocado con la ayuda de oxitocína (hormona que propicia las contracciones).
¿Qué consistencia tiene el líquido amniótico?
El líquido derramado, es indoloro (sin dolor) e inodoro (sin olor), debe ser transparente para que se puede considerar como normal, pero si es oscuro significa que contiene meconio (heces del bebé), lo que haría complicada y peligrosa la situación, en ese momento es aconsejable acudir inmediatamente a un centro médico para recibir atención inmediata.
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