La mayoría de nosotros solemos interrumpir a los niños/as cuando juegan, ¿por qué lo hacemos? ¿Sabemos lo trascendente, lo esencial, que es para su crecimiento y desarrollo?
Por las noches cuando mis hijos duermen, y si no estoy muy agotada, puedo dedicar algunos ratitos a leer a oscuras con una de esas lamparitas leds. Tengo que hacerlo así porque si me levanto de la cama mi bebé no tarda en despertarse (Seguro que sabes de lo que hablo, ¡abre sus ojitos al minuto!). Y precisamente, estas últimas semanas he estado leyendo el nuevo libro de André Stern, “Jugar“, que ¡por fin! salió publicado en noviembre.
Qué libro. Me ha cautivado. Cada palabra me ha servido. Me ha hecho reflexionar, cuestionarme, aprender, reafirmarme, entender de verdad que el juego de los niños/as es demasiado importante, algo que debería ser intocable.
Quizá mucho de nosotros no lo consideramos tan vital porque no nos respetaron en nuestro juego siendo niños/as, y casi todos cargamos en nuestro inconsciente con un discurso doloroso de que jugar es simplemente pasar el rato cuando no hay otra cosa más importante que hacer, como ir a la escuela o hacer los deberes.
Sobre André Stern
Puede que recuerdes que conocí a André en persona hace dos años y junto a Turquesa pudimos entrevistarle en vídeo (No te lo pierdas porque vale la pena, mira aquí).
Conocerle y escucharle en persona me causó una gran impresión, su manera de ver la infancia, su sencillez, su coherencia y sensatez, su forma de comunicarse, tenía delante de mí la prueba viviente de que una persona puede desarrollarse en su máximo potencial si se le deja conectar con su esencia siendo niño.
Para entender esto debes saber que André nunca fue a la escuela, fue educado con una absoluta confianza en sus capacidades de autoaprendizaje. Creció jugando, experimentando, ocupando sus horas con todo aquello que le interesaba de forma espontánea. Sin imposiciones externas de ningún tipo. (Habla de su experiencia en su famoso libro “Yo nunca fui a la escuela“)
Hoy en día André es músico, compositor, lutier, autor y periodista, además de padre. Y sus hijos tampoco van a la escuela.
Cuando lo conocí en 2016 ya nos anticipó que estaba escribiendo este nuevo libro sobre el juego, que había mucho que decir sobre ello. Para su redacción ha contado con la colaboración de diferentes expertos e investigadores de la talla de Sir Ken Robinson y en el que nos muestra que jugar es algo que debemos tomarnos muy en serio.
¿Por qué es tan importante el juego?
Si partimos de la base de que TODOS los niños/as juegan, sea cual sea su etnia, raza, nacionalidad, época vivida o grupo social, creo que eso ya nos puede dar alguna pista de que en realidad el juego facilita alguna una función biológica importante para nuestro desarrollo. Es como una necesidad básica.
Pero en realidad va mucho más allá.
Lo que sucede, dice André, es que un niño/a no diferencia entre vivir, aprender y jugar. Es jugando como se siente integrado en el mundo, y por eso puede hacerlo en cualquier lugar o situación (incluso en situaciones de guerra).
Es más si observamos a los niños y niñas cuando juegan todos podemos darnos cuenta de lo siguiente:
Todos los niños y niñas juegan.
Es lo primero que hacen cuando les dejamos tranquilos.
Y si nunca les interrumpiéramos, estarían siempre jugando.
Es decir, el juego tiene una pertinencia capital en la vida del niño/a. Entonces, ¿por qué le interrumpimos cuando juega?
¿Por qué interrumpimos al niño que está jugando?
Seguramente interrumpimos al niño/a cuando juega, y no solo eso sino que condenamos el juego únicamente al tiempo de ocio, porque tenemos miedo de que jugar no sea suficiente.
Todos hemos crecido con ese discurso colectivo de que el niño/a debe ser instruido, educado, tener grandes conocimientos para poder convertirse en un adulto formado y preparado para tener éxito.
Pero es preciso que sepamos que el juego natural es lo único que está siempre en perfecto acuerdo con cada momento de la evolución de un niño/a y que es su dispositivo innato de aprendizaje. Porque para aprender no hay nada mejor que jugar, y ahora está científicamente demostrado.
El juego y el aprendizaje
Dice André Stern y los expertos/as que le acompañan en su libro que no existe ningún dispositivo de aprendizaje mejor que el juego.
No tiene rival a la hora de alcanzar todas las competencias útiles para el desarrollo humano: la creatividad, la cooperación, la autonomía, la estrategia, la eficacia, la empatía, la observación…
Y es que un niño no distingue entre jugar y aprender.
A través del juego ensaya, prueba, resuelve, trasciende… de manera que entrena una y otra vez (porque el juego es repetición, es esfuerzo) un pensamiento creativo, diferente, lo que de adulto le equivaldrá a poder encontrar sus propias respuestas ante los conflictos y situaciones que transite.
Además le conecta consigo mismo, de corazón y espíritu, y esto le genera de forma espontánea algo muy bueno, el entusiasmo, esa sensación tan agradable y poderosa que nos mantiene emocionados y apasionados con lo que hacemos.
Aprendemos si nos emocionamos
La neurobiología ya ha demostrado sobradamente que ningún aprendizaje se fija de forma duradera si no se activan nuestros centros emocionales, es decir nuestro entusiasmo (mira este artículo: la neurociencia da la razón a las pedagogías alternativas).
Y esto es algo que hemos podido experimentar casi todos, porque vamos, estoy segura de que no recuerdas muchas cosas de lo que aprendiste/memorizaste en la EGB o en la educación secundaria, ¿me equivoco?
Mira lo que dice André en su libro sobre esto: “Olvidamos hasta el 80% de las cosas que nos obligan a aprender de memoria. Nos cebaron con ellas a la fuerza y no nos emocionaron, así que no pudimos hacerlas nuestras”.
Para aprender necesitamos entusiasmarnos, y no existe mejor motor para el entusiasmo que el juego.
Así que en palabras de Stern, entendamos de una vez que el niño que está jugando se está dedicando a ¡la más sensata, la más oportuna y la más constructiva de todas las actividades humanas!
Nuestra actitud ante el juego del niño/a
¿Cuál debería ser nuestra actitud como adultos ante el juego de nuestros hijos/as?
Si entendemos que el niño que está jugando está haciendo la actividad más importante que puede hacer como ser humano entonces cambiaremos totalmente nuestra manera de acercarnos al niño que juega.
Y aunque te recomiendo muchísimo el libro de André porque en él toca temas muy interesantes (métodos pedagógicos, socialización, nuevas tecnologías,…), también explica situaciones reales que ha vivido con su hijo mayor, Antolin, en las que puedes hacerte una idea clara de cómo acompaña André como padre sus procesos de juego y y cómo evolucionan en aprendizajes asombrosos.
Pero me atrevo a seleccionar algunas ideas principales que he ido anotando para ir revisando en mi misma como madre:
Reflexiona sobre tu actuación, tu actitud ante el juego de tus hijos/as.
Todos los niños son un genio, tienen grandes potencialidades que desarrollar en lo que les entusiasma.
Cuando juegan son capaces de crecer por encima de sus límites, algo que no pueden hacer cuando les damos órdenes.
Confía en el niño/a, en el genio que lleva dentro y acompaña su entusiasmo con entusiasmo.
Observa, estate atento a sus demandas. Facilítale materiales de la vida cotidiana, abiertos, no estructurados, que faciliten el juego libre y natural. Pero recuerda que menos es más.
Entiende que el juego es una necesidad que va más allá del tiempo de ocio. Deja de pensar que no es suficiente para aprender cuando es la herramienta principal.
No interrumpas al niño/a cuando juega. ¡Su juego es sagrado! Respétalo y cuídalo como cuando duerme un bebé y velas para que nada ni nadie le despierte.
Acompaña y fomenta el entusiasmo de tus hijos, no lo destruyas.
Hablemos a los niños con respeto: Las órdenes, amenazas, o el tono irónico (más sutil pero no menos negativo) la mayoría de nosotros no lo soportamos, ¿por qué un niño/a sí debería?
Me alegrará saber si ya conocías a André Stern y si has tenido oportunidad de leer su nuevo libro, si no es así, ¡búscalo y léelo! Creo que el juego de los niños/as es demasiado importante como para que no tomemos consciencia de ello.
Por cierto, ante la alta demanda me he animado a crear un espacio para libros dirigidos a madres, padres y educadores en nuestro Atelier y desde hace poquito puedes encontrar también “Jugar“. Mira aquí. Poco a poco lo iremos nutriendo de buenas herramientas y recursos conscientes.
Estoy feliz de haber estrenado el año con este post, ¡porque ha estado en mi pensamiento varias semanas!
La no-violencia, el desarme, el decrecimiento, la ecología, el regreso a lo esencial… empiezan todos por una nueva actitud hacia el niño. ¿Y si “menos” se revelara como “más”?
Menos ironía.
Menos material.
Menos preparación para.
Menos adaptación.
Menos intención.
Más autenticidad.
Más conexión.
Más colectivo.
Más franqueza.
Más confianza.
¿Quién va a dar el primer paso en esa dirección, sino nosotros? – André Stern.
Aguamarina