El embarazo es un estado apasionante. Durante nueve meses, una nueva vida se genera en nuestro interior, desarrollándose y creciendo hasta que es capaz de vivir por sí mismo en el mundo exterior. A pesar de que es la cosa más natural y antigua del mundo parece mentira que el movimiento de nuestro hijo pueda ocurrir en nuestro interior.
A muchas nos encantaría poder ver día a día ese proceso. Sin embargo, solamente podemos hacerlo a través de las distintas ecografías que se realizan durante el embarazo. Pero, por suerte, aunque no podamos ver lo que ocurre con nuestros ojos, sí podemos sentirlo, desde la semana 24 podemos notar el movimiento de nuestro hijo.
¿Cómo es el movimiento de nuestro hijo? ¿Cómo sabemos si es lo que estamos percibiendo? Si se trata de tu primer embarazo, probablemente te cueste diferenciar al principio entre un movimiento fetal y uno intestinal. Para reconocerlo sólo podemos guiarnos de la experiencia de otras madres que describen esta sensación como una mariposa aleteando o un pez nadando en nuestro interior.
Después de las primeras sensaciones y con el paso de los meses, este pequeño aleteo se convertirá en fuertes patadas. En ocasiones, algunas madres se asustan por los fuertes movimientos pero debemos saber que cuando el feto da patadas y volteretas es que todo va bien. En caso contrario es cuando debemos preocuparnos. Estas patadas nos permiten saber literalmente que tenemos un ser vivo dentro de nuestro cuerpo que se mueve, protesta y juega a menudo. Una sensación inolvidable, ¿verdad?
Imagen: babyq.com