Si hay una palabra que puede definir una infancia feliz esa es, quizás, el juego. De hecho, jugar es fundamental ya que permite a los niños y niñas conocer, aprender, explorar,… en definitiva progresar y completar su desarrollo. Por eso es importante formar parte de ese proceso, ser capaces de tirarse a la alfombra, embarrarse e integrarse en los juegos de tus hijos ¡esto les ayudará muchísimo en su crecimiento personal!
Esta herramienta de aprendizaje esencial, proporciona en cada etapa unas experiencias valiosas para nuestros pequeños. Cada edad estará asociada a un tipo de juego, que surgirá de manera espontánea según las necesidades de los niños y niñas para potenciar la maduración en cada momento, pero en todas lograrán unos objetivos comunes:
1. ¡Se divierten y aprenden!. Siempre, en eso consiste jugar.
2. A través del juego exploran y conocen mundo.
3. Aprenden a relacionarse, a seguir las reglas, a ganar y perder… Es por tanto una baza perfecta para completar su desarrollo social.
4. Completan su desarrollo motor de manera lúdica. Porque jugar entrena las destrezas motoras.
5. Contribuye al desarrollo cognitivo, interiorizando procesos mentales.
6. Y algo básico, se completa el desarrollo afectivo. El juego potencia la cercanía entre padres e hijos.
Eso sí, cada etapa tiene unas necesidades por lo que varía mucho el tipo de juegos que les estimula. De esta manera, para los bebés en una primera etapa, hasta el primer año, lo primordial son los juegos que favorecen el desarrollo motor y que implican movimiento, a través de juegos sencillos basados en las sensaciones que activen sus sentidos: oído, tacto, olfato, vista. Juegos cortos y repetitivos que les resultarán sumamente gratificantes.
Un salto importante les llega entre los 3 y 4 años, momento en el que niños y niñas se zambullen en el mundo de la fantasía y de la ficción. El juego simbólico es esencial en esta etapa, para asumir roles y dotar de significado al mundo que les rodea. Aquí tenemos que echar mano de la imaginación para lograr convertir una caja en una bonita casa, un zapato en un teléfono o un palo en una espada, e idear junto a ellos juegos sencillos y sin muchas reglas.
Todo cambia entre los 5 y los 7 años, porque comienzan a asumir reglas sencillas. Les encantan las construcciones y podemos ayudarles a montar puzles u otros juegos con piezas. Y, aunque aún no están preparados para juegos de competición y con reglas muy complicadas, disfrutan jugando todos juntos con un objetivo común como el escondite o la búsqueda del tesoro.
Pasada esta etapa, a partir de los 7 años, ya debemos de tratarles como mayores. Comienzan a cobrar mucha importancia sus iguales y les importa sentirse integrados, lo que activa las necesidades sociales en el juego. Os divertiréis juntos con juegos de reglas, de mesa, deportivos… porque ya aprenden a seguir las reglas, a colaborar, a ganar y perder.
Así que recuerda ¡nunca dejes de jugar con tus hijos, porque en el futuro lo agradecerás!
Buen día a tod@s!!
Nota: información vía Cuadernos Rubio
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