Algunos consejos antes de estudiar
Quizá uno de los puntos clave sea la implicación de los padres y las madres. Que los niños vean una participación por parte de sus mayores hace que valoren la importancia de tener una constancia en el hábito de estudio. Mandar a los pequeños a su habitación a estudiar sin saber realmente qué pasa por sus mentes o en qué se emplea este tiempo no ayuda ni fomenta un hábito de estudio práctico. Implicarse en la educación de los niños es fundamental.
Lo más aconsejable es optimizar el tiempo. De nada sirve pasar horas muertas frente a un libro o unos apuntes, por estar más horas frente a ellos no se va a aprender más. Es mejor estudiar en períodos cortos con descansos y repasar la información aprendida, y parar en cuanto el rendimiento decaiga.
Se recomienda primero estudiar y después hacer los deberes. De este modo el cerebro está más activo ya que no arrastra el cansancio que genera realizar deberes de múltiples asignaturas.
Si las actividades extraescolares u otros compromisos lo permiten, es recomendable tener constancia en el estudio y no estudiar únicamente los días previos a un examen. De este modo es un repaso que sirve para familiarizarse con los conceptos y que los días previos al examen todo sea mucho más fácil de aprender.
También es importante intentar estudiar siempre a la misma hora, sobre todo no empezar más tarde de las 7 de la tarde. Los niños y niñas se levantan temprano, pasan todo el día en el colegio y quizá incluso tengan alguna actividad después, por lo que el cansancio al llegar a casa apaga las pocas fuerzas que quedan para estudiar.
Por último, es óptimo realizar una planificación de horarios. Las actividades extraescolares, cumpleaños, deberes, exámenes… todas estas tareas quitan mucho tiempo a lo largo de la tarde y el fin de semana, por lo que es recomendable realizar una planificación de horarios realista distribuyendo las tareas de manera efectiva y sabiendo que se va a cumplir.
Hábitos de estudio: 5 técnicas para aprender a estudiar
Adquirir técnicas de estudio fomentan la motivación, el interés la cooperación y la autonomía de los niños y niñas. Saber cuáles son las técnicas más idóneas para cada uno dependerá de su propia personalidad y su capacidad de aprendizaje y retención. Algunas de estos métodos de estudio son:
Leer, subrayar y esquematizar. Serían los primeros pasos a seguir para entender todos los conceptos clave. Una primera leída que nos familiarice con el tema, después subrayar los conceptos más importantes y por último un esquema que simplifique todo lo leído.
Fichas de estudio. Una técnica donde los padres pueden implicarse mediante fichas o tarjetas con preguntas sobre el tema (estudiado previamente). Este método de estudio es una especie de juego en el que padres e hijos cooperan mutuamente.
Tests. Con preguntas de múltiples respuestas se pueden ver los conceptos ya asimilados y los que son necesarios volver a repasar.
Reglas mnemotécnicas. Se emplean asociando un término de difícil asimilación a otro que sea conocido por el niño o niña. Sirve especialmente para fechas o palabras sueltas.
Ejercicios sobre el tema estudiado. Con ayuda de los padres se pueden preparar simulacros de examen para comprobar lo aprendido. Es aconsejable en especial en asignaturas numéricas como las matemáticas.
Alimentación saludable para favorecer el estudio
Existen alimentos sanos que aportan muchos nutrientes que favorecen la concentración y la capacidad memorística y de rendimiento. Conforme los niños van creciendo la presión en la época de exámenes es cada vez mayor. A parte de utilizar métodos y hábitos de estudio, una pequeña ayuda alimenticia para mejorar nunca está de más. Además, añadir una buena alimentación para los más pequeños es todo un logro.
Nueces. Estos frutos secos aportan ácidos grasos Omega-3, Omega-6 y vitaminas B6 y E, que ayudan principalmente al rendimiento del cerebro.
Plátanos. Además de ser ricos en potasio contienen vitamina C y vitamina B6, que impulsan la producción de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina.
Chocolate. El chocolate negro sin azúcares añadidos es un gran antioxidante que ayuda a prevenir enfermedades y, además, contiene sustancias estimulantes que aumentan la producción de endorfinas, que aumentan los niveles de concentración.
Zanahorias. Esta hortaliza aumenta la capacidad de retención memorística, es muy aconsejable para datos o fechas puntuales difíciles de memorizar.
Aguacate. El aguacate contiene grasas monoinsaturadas que mejoran la irrigación sanguínea y la comunicación neuronal.
Huevo. Consumido en moderación, por el aumento del colesterol, este alimento mejora la capacidad de atención y la memoria a largo plazo.
Brocoli. Quizá a la mayoría de niños y niñas les cueste comer esta verdura, pero tiene vitamina K que ayuda a mejorar la función cerebral y las funciones cognitivas. Además, ayuda a prevenir la enfermedad de Alzhéimer.
Salmón. Contiene ácidos grasos como el Omega-3 que mejoran el nivel de concentración.
Avena. Este cereal es rico en vitamina B1 y proteínas que mejoran la memoria a corto plazo.
Agua. Quizá parece obvio o menos importante, pero es fundamental mantenerse correctamente hidratado para que el cerebro pueda realizar todas las funciones.
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