Nos pasamos el día diciendo que nuestro hijo no nos hace caso, cuando lo que realmente de lo que nos estamos quejando es de que no nos hace caso inmediatamente. Queremos una solución inmediata y a corto plazo.
La mayoría de los padres tenemos la agenda a rebosar y vamos con prisas casi siempre. ¿Qué es lo que nos pasa muchas veces?, que esas prisas y el constante mirar el reloj hace que nos estresemos demasiado y que no actuemos como lo haríamos si estuviéramos más relajados.
Nuestros peques no tienen un reloj al que mirar cada 5 minutos, ni esa agenda tan repleta que nosotros tenemos. Ellos afortunadamente todavía no tienen esas responsabilidades. Pero eso, nosotros no sabemos verlo y queremos que nos hagan caso de forma inmediata.
Si tenemos que ir a trabajar y nuestro peque se levanta con el día torcido, se nos complica la cosa y lo queremos resolver inmediatamente. Hay veces o muchas de las veces, que los conflictos que vivimos con ellos no pueden resolverse en ese momento. La solución es a largo plazo.
Por lo menos yo lo he aprendido así mediante la disciplina positiva.
He aprendido que proporcionando seguridad a mis hijos, siendo firme y amable a la vez, constante con los límites, demostrándoles afecto, respeto y empatía de manera natural, ellos poco a poco lo van entendiendo.
Si cuando mi hijo por las mañanas no quiere ponerse el abrigo, o no quiere desayunar y yo tengo una prisa enorme, es muy fácil que o pierda los papeles y le acabe dando un grito o que decida "sobornarle" con algo, para que se ponga la chaqueta y podamos irnos. Pero eso no es una solución. Es algo que de forma inmediata va a conseguir que lo haga, pero es más que probable que el próximo día lo haga también, bien porque que quiere otra vez su premio o bien porque llama tu atención mucho más negándose a ponerse la chaqueta y con tu grito, que haciendo lo "correcto". Seguramente se niegue a ponerse la chaqueta porque tenga un motivo como que no quiera ir al cole, o separarse de ti o esté cansado.
Cuando queremos solucionar algo, es fácil caer en una solución rápida sobretodo cuando tenemos prisa pero esa solución la mayoría de las veces se convierte en un impedimento para la siguiente vez.
Si demostramos al niño en ese momento que estamos tranquilos, confiamos en que se va a poner su chaqueta y le damos oportunidad de decidir por él mismo, ten por seguro que vas a conseguir empezar el día mucho mejor. Ya sé que suena muy bonito dicho así y que no es fácil hacerlo, pero todo es querer y aprender a hacerlo.
Para ello lo primero es entender que los niños que están haciendo algo que a nosotros no nos parece bien, no van a dejar de hacerlo en el acto porque a nosotros no nos guste, tengamos prisa o porque simplemente no nos parezca correcto. Entender esto nos va a relajar y nos va a permitir hablar al niño mucho más tranquilos. Por lo tanto es mucho más fácil que él imite nuestra tranquilidad. Si lo que hacemos es hablarle mal o gritarle seguro, seguro, que él te responde de la misma manera. Lo que al final acaba convirtiéndose en un círculo en el que una y otra vez se repite la misma situación. Tu gritas, él te grita, os enfadáis y además de todo llegas tarde al trabajo igual, pero encima te sientes mal.
Lo segundo, cuando nos pasa algo de este tipo, no se quiere poner la chaqueta, no se quiere tomar la medicina, no quiere comer, no quiere andar, y un largo etc, si hemos conseguido mantener la calma, es muy fácil hacer que el niño también la mantenga. ¿Cómo?, algo que hace que el niño deje su lado "rebelde" es pedirle ayuda, darle las gracias por hacerlo. y darle opciones. Con voz calmada, le dices" ¿Me ayudas y traes mi chaqueta, o traemos primero la tuya?. Y con su respuesta, le damos la gracias por hacerlo.
Puede que al día siguiente vuelva a pasar, esto no es una ciencia exacta, pero lo que sí es seguro es que irá aprendiendo. Aprende que es importante, porque su mamá o su papá le están dando a elegir. Aprende que estando calmados el final es mejor que si nos hablamos a gritos y aprende sin obedecer con órdenes sintiéndose igual a ti y no inferior.
Pero estas cosas se hacen con el tiempo. Yo durante 4 años las he hecho de una forma muy distinta. No vamos a entrar en que sea ni mejor ni peor, pero sí distinta y algo dentro de mí me decía que tenía que cambiarlas.
Puedes leer aquí el momento en el que decidí que algo tenía que cambiar.
Los niños necesitan un tiempo de aprendizaje igual que nosotros. Vamos a dárselo. Están creciendo y al igual que son pequeños en tamaño y tienen que crecer, su cerebro también está creciendo. No pueden reaccionar como lo haría un adulto. No pueden, porque no saben. Porque todavía les queda mucho por aprender y mucho por crecer.
Pero mientras ellos aprenden podemos jugar con ellos, reír con ellos, quererlos como son sin intentar cambiarlos, escucharlos, ver las cosas a través de sus ojos, darles la oportunidad de que se equivoquen y puedan corregir, abrazarles, hacerles sentir importantes, acompañarles cuando lo necesiten, apoyarles, reconfortarles, comprenderles y respetarles. Y lo más importante, disfrutar de ellos.
Si compartes esta forma de ver la vida y de educar puedes leer aquí ejemplos de mi día a día en los que aplico disciplina positiva y en el blog que me ha servido de referencia, Criarsentirvivir podrás encontrar mucha información sobre el tema.
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