En la adolescencia, nos encontramos jóvenes que generalmente muestran rebeldía ante normas y límites, discutiendo sobre casi todo.
Esto puede desesperar a muchos padres y madres que no saben cómo hacer frente a la situación y, en ocasiones, tienen miedo de que la educación de sus hijos/as se les vaya de las manos. El hecho de que los adolescentes suelan ser muy hábiles a nivel emocional, les cueste aceptar las críticas y sean egoístas, dificulta aún más la comunicación en el hogar familiar.
Sin embargo, y aunque no lo parezca, tienen muy presentes los padres y los mensajes que estos les transmiten, necesitando de sus límites para poder sentir que no están perdidos.
Por ello, te ofrecemos una serie de pautas que pueden ayudar a mejorar la comunicación:
No imponer, dialogar. Es importante que se puedan negociar las normas, llegando a acuerdos por ambas partes y concretando las consecuencias del incumplimiento de las mismas. Dentro de este punto, hay que tener presente que hay que razonar nuestros puntos de vistas evitando frases del estilo "porque lo digo yo" o "porque soy el padre/madre". De esta manera es más fácil que los adolescentes comprendan, acepten y que, por tanto, cumplan las normas.
Dar el espacio para que puedan expresar sus inquietudes, preocupaciones o sus problemas sin hacernos pesados o sin pretender que nos cuenten todo lo que les pasa. No hay que preguntar cada día "¿cómo estás?" o "¿qué ha pasado de nuevo?" Sino que hay que recordarles de que si lo necesitan, estarás allí para escucharlos sin juzgar.
Escucha activa. Cuando nos estén contando algo que para ellos sea importante, escuchar de manera activa, es decir, poniendo toda la atención en lo que dicen e intentando empatizar, conectando con sus emociones. Errores que a menudo se cometen es cuando por ejemplo, una chica está contando a su padre un desamor decirle "va, eso no tiene importancia" o "no sabes nada de la vida, esto no es nada". Estos hechos lo que harán es que el/la hijo/a probablemente deje de contarnos sus cosas ya que sentirá que no se le tiene en cuenta, o no se lo comprende. Además, dificulta que confíe en nosotros ante situaciones complicadas o cuando necesite ayuda. Por mucho que a nosotros ciertas cosas nos parezca que tienen poca importancia, debemos ser conscientes de que para ellos si la tienen y las emociones que sienten son muy intensas.
Tener claro que no somos sus "colegas". Hay padres y madres que adoptan un rol más de amistad que de progenitor. Esta es un arma de doble filo ya que, si bien es cierto que el adolescente nos explicará muchas cosas y nos tendrá confianza, también lo es que no aceptará cuando se le intenten poner límites. Además, la falta de la jerarquía familiar en estas etapas puede conllevar que no sientan la seguridad de que un padre/madre puede dar.
Ahora que ya tienes algunas pautas que pueden mejorar la comunicación con tus hijos/as adolescentes, esperamos que las pongas en práctica, seguro que pronto verás los beneficios.