“Ya no sé qué hacer.”
“No hace caso en nada.”
“Sólo quiere salir con sus amigos, no está nunca en casa.”
Estas frases son frecuentes cuando convivimos con un adolescente. Pero lo curioso, es que a veces no sabemos que vivimos con un adolescente, tendemos a intentar responsabilizar a nuestros hijos para que se comporten como adultos, para que se comporten como nosotros creemos que deben comportarse, además, así les irá mejor.
Una parte inicial del trabajo que se suele hacer en terapia con padres de adolescentes, es mostrarles y ayudarles a entender cómo es el proceso evolutivo por el que está pasando su hijo. “¿Por qué tengo que entenderle? Lo que quiero es que cambie”, antes de poder actuar, a veces lo primero es comprender para poder aceptar lo que tenemos. No podemos atravesar el desierto sin conocerlo previamente para así poder prepararnos para atravesarlo y no morir en el intento.
Los adolescentes se encuentran en una crisis de identidad (Erik Erikson) que se manifiesta en mayores conductas de oposición respecto a los padres. Esta suele ser una causa de gran incomodidad entre padres e hijos. ¿Por qué hacen esto? Porque tienen que diferenciarse, de forma necesaria, de sus progenitores para conformar su propia personalidad adaptando la información que traen de base (genes, familia), con aquella que extraen el exterior (amigos, modelos sociales). Además, en el adolescente se dan cambios hormonales muy grandes, comienzan a desarrollar las características sexuales propias de cada sexo y suelen vivirlo con reservas, y se sienten más cómodos para compartir estas nuevas experiencias con sus iguales, sus amigos. Este punto suele ocasionar problemas a los padres, ya que les gustaría que su hijo compartiera esos momentos con ellos (“ya que para eso soy su padre/madre”) y estuviera más en casa.
Si logramos comprender el proceso de cambio que vive el adolescente, podremos ser pacientes y estar disponibles para cuando necesiten hablar con nosotros.
Sara-Jayne Blakemore (Neurocientífica) recalca que, a través de la investigación del desarrollo del cerebro, podemos comprender mejor la actuación de los adolescentes, y tomar este período de desarrollo como una oportunidad para la educación, la creatividad y la mejor adaptación social. Por lo tanto, nos encontramos a nivel cerebral con que:
En la entrada a la adolescencia, el número de conexiones neuronales se ven reducidas, debido a que no son útiles en el ambiente en el que se desarrolla el adolescente, y ésto permite que el resto de conexiones entre las neuronas sean más fuertes.
Presentan dificultades para ponerse en el lugar del otro. La región implicada a nivel cerebral es el área prefrontal mesial y no está desarrollada del todo.
El Sistema Límbico, área de refuerzo, recibe mayor estimulación ante las conductas de riesgo. De aquí la expresión “está como una cabra”.
Os dejo un vídeo cortito, que se hace ameno y nos ofrece unas explicaciones excelentes.
¡Ánimo!
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