No quería retomar mi actividad normal en el blog sin rendir un pequeño homenaje a mi abuela Felicidad. En estos días de duelo he pensado mucho en ella, y en todo lo que me enseñó, muchas veces sin darse cuenta, pero dándome lecciones magistrales que me han servido para crecer y me acompañarán toda la vida.
Cuando perdemos a alguien es importante celebrar un ritual de despedida en el que podamos agradecer, honrar y despedir a esa alma que nos deja.
Si me pongo a enumerar podría darle las gracias por tantas cosas que ella me enseñó; desde cómo saludar a los vecinos en el pueblo, a lavar la ropa a mano con jabón casero o cómo cuidar los geranios. Pero también me enseñó otras cosas, muy personales y muy valiosas para mí, que he resumido en estas siete.
Esto es lo que mi abuela me enseñó...
Mi abuela me enseñó...
(1) A no juzgar a los demás
Siempre la conocí vestida de negro. Desde que murió mi abuelo, cuando ella tenía poco más de cincuenta años, guardó luto. No lo comprendía, y se lo reproché en varias ocasiones.
Ella solía decir que todo el mundo tiene sus razones para hacer lo que hace, las compartamos o no. Pero, ¿cómo podía comprender a alguien, si lo primero que hacía era juzgarle?
(2) A amar y apreciar mis raíces
Aunque ahora resulte para mí vergonzoso, hubo un momento en mi vida adolescente, cuando estudiaba en el instituto, en el que renegué de mis raíces.
Viviendo en Mallorca, y con un apellido castellano y de familia andaluza, me sentí discriminada varias veces, sintiéndome forastera en mi propio hogar.
Cuando estás buscando tu propia identidad, das mucho valor a ese sentimiento de pertenencia, y en aquel momento me sentía fuera de lugar. ¿Por qué no podía tener una familia mallorquina que hablara mallorquín? ¿La vida sería más fácil para mí así?
Mi abuela que sin tener muchos estudios, tenía un discurso maravilloso, me hizo apreciar de donde venía, a amar mi idioma materno y a valorarlo. Había elegido mi familia, que desde muchas generaciones atrás procede de Granada, por alguna razón. Ella me enseñó a honrar mis raíces.
(3) A ser fuerte pase lo que pase
Mi abuela era una mujer de pueblo, pero sabía mucho de la vida. Creció en una familia numerosa con un padre ausente, emigrado a Argentina donde había ido a buscarse la vida (cómo ha cambiado el cuento hoy en día). Vivió después una guerra civil y una postguerra demasiado duras. Más tarde le tocó perder un hijo, y tuvo que trabajar sin descanso para sacar adelante a sus tres hijas, que eran sus tesoros.
Solía decir que pasara lo que nos pasara siempre podríamos encontrar a alguien que lo estuviese pasando peor, por lo que debíamos estar agradecidos, ser fuertes y seguir adelante.
(4) A dar
Creo que no he conocido jamás a una mujer más generosa que ella. Nunca quería nada para ella. Lo que más feliz le hacía era darnos todo lo que tenía, no solo a nosotros, a los demás.
De ella aprendí que lo que uno da, te viene después de vuelta, y que compartir es recibir.
Si hoy en día soy algo generosa, es gracias a ella, y a mi madre, que lo ha heredado de la suya.
(5) A quererme a mí misma
Si yo de pequeña tenía colgada la etiqueta de "la lista", como te puedes imaginar, no podía ser "la guapa", con los problemas de autoimagen y autoestima que eso puede ocasionar en una adolescente en plena efervescencia.
Ella me me hizo darme cuenta de que mis ojos eran más que bonitos, que mi sonrisa iluminaba, y que valía mucho más de lo que veía en el espejo.
Gracias a ella empecé a verme de verdad.
(6) A que los domingos son especiales y que la comida es algo más
Mi abuela se pasaba contando los días para llamarnos por teléfono los domingos, o para que llegaran las vacaciones de verano y estuviésemos con ella. La familia era su gran tesoro y lo que más valoraba en la vida.
En cuanto nos tenía a todos, o a algunos a su lado, se gastaba todo lo que tenía en comprar y organizar las comidas más suculentas y sabrosas que te puedas imaginar.
Porque ella sabía bien que la comida no es solo comida, la comida une a la familia, nutre el cuerpo, pero también el alma.
(7) A que las cosas rotas, no se tiran, se arreglan o se reciclan
Ella era una mujer manitas, todo lo arreglaba o le daba algún uso práctico.
Esas cajas de madera que hoy en día están tan de moda para hacer estanterías o maceteros, ella ya las reciclaba cuando yo era bien pequeña, dándoles usos muy variados.
Se sacaba inventos muy ingeniosos de la manga y siempre estaba ocupada en alguna pequeña reforma en casa.
Ya de más mayor he descubierto que mi inquietud por el reciclaje, la he heredado de ella.
Y tú, ¿qué has aprendido de tu abuela? Aprovecha este rincón de comentarios para dedicarle unas líneas y ¡honremos a nuestras abuelas!
<<Las abuelas son las voces del pasado y los ejemplos del presente. Ellas abren las puertas del futuro. ? Hellen Ketchum>>
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