Verano, buen tiempo. Mi amigo y su esposa deciden que es momento de traer a un perro adulto a casa. Ambos están de acuerdo, ambos tienen el tiempo y las ganas. Todo parece el escenario perfecto, pero hay un pequeño detalle. Ninguno de los dos conoce nada de perros.
Deciden adoptar y deciden el día para ir a buscar al nuevo miembro de su familia. Llegan al refugio y piden hablar con algún responsable para iniciar el proceso de adopción. Le explican que son una pareja "tranquila", y que les gustaría un perro que se acomode a su estilo de vida.
Después de recorrer el refugio en busca del match perfecto, llegan a un espacio donde había un perro que movía la cola nerviosamente, estaba delgadísimo (algún muy común en este tipo de albergues o refugios) y tenía una cara de bonachón que los enamoró. "Es un Pointer inglés", dijo.
"Es muy tranquilo", añadió. "Lo pueden pasear por las instalaciones". Encantados, lo sacaron con la correa y ella no lo pudo llevar. "Es que lleva mucho tiempo sin salir por eso está tan nervioso!".
Todo tenía sentido. Tras un paseo y unos papeleos, se fueron a casa. Los 3, felices. Con ganas de iniciar un proyecto nuevo.
Lo que vino después fue caos, destrozo, llantos y frustración. Era una pareja "tranquila" que había adoptado a un perro de caza con un grado de energía excepcionalmente alto. El perro descargaba todo lo que no gastaba mordiendo puertas, muebles, destrozando alfombras y cortinas. Fue allí cuando les conocí, a los tres. Ella estaba desquiciada, a punto de tirar la toalla. Él se había comprometido con su perro de por vida y buscó ayuda para poder convivir con él.
Al cabo de un tiempo, ese animal se convirtió todo eso que la pareja esperaba de él, y los humanos, en los dueños que todo perro quisiera tener. Aprendieron a conocerse. Aprendieron a saber sus necesidades. Tanto mejoró el asunto que decidieron adoptar por segunda vez. Eso sí, iban con la mochila cargada de experiencia, lo que les permitió escoger a la mejor compañera para su familia, para los 3.
Final feliz, aunque como dije al comienzo, podría ser la historia de todos los perros que vuelven a los refugios una y otra vez. La tenencia responsable empieza desde el momento que decidimos traer un perro a casa. La información es fundamental y escoger el compañero ideal para nuestra familia, la clave para que la experiencia de tener un perro sea de esas que cambian vidas.
Gracias a Jose Luis Valls, educador canino de TIKY DOGS por el aporte.