Y de pronto un buen día tu hijo clama:Papá, mamá, ¡quiero una mascota!
tú te echas a temblar, una mascota no es como pedir el juguete de moda. Una mascota va desde un pez dando vueltas en una pecera, un hámster corriendo en su rueda dentro de su jaula, un gato y, por supuesto, el rey : un perro. Claro, ejem...ejem..., luego están los niños exóticos que piden serpientes, iguanas...
Terror te da preguntarle al peque, y casi haces como si no lo hubieses oído pero él sigue y explica:fulanito tiene un perro y es una auténtica monada
Y entonces te planteas qué hacer: ceder a su capricho regalándole la mascota o llevarle la contraria por primera vez en su vida.
A estas alturas contar que yo soy mamá de dos: de un niño humano y de un canino, es una tontería. Si eres lector de cuando olía a vainilla, eso es algo que tienes claro. Conocidas son mis aventuras y desventuras con mi comando piojo, por eso, creí necesario dar mi opinión sobre el tema mascota.
¿Qué hacer ante ese reclamo mascotil del peque?
Lo primero, como adultos, hemos de tener claro que una mascota no es un peluche. Un animal es un ser vivo, sea cual sea, y como tal nos va a implicar una serie de obligaciones. Centrémonos en el mundo canino, entre otras cosas porque es el que conozco.
Nosotros teníamos claro que el piojo tendría un hermano perruno, teníamos a Gabo I antes de nacer el piojo: de él heredó el apelativo cariñoso. Lamentablemente, no llegaron a conocerse al menos no en persona, porque si alguien dio más besos que su papi a mi barriga ese fue Gabo, que no se separaba de mí ni de día ni de noche.
Así que nosotros esperamos un tiempo prudencial por dos razones: necesitábamos asumir la pérdida de Gabo I y queríamos ver cómo reaccionaba el piojo con los perros, perdón con los Gabos así los llamaba el piojo. La reacción no podía ser mejor, perro que veía perro al que se quería acercar, entre más grande era el perro más le gustaba. Y Gabo, la segunda mitad del comando piojo llegó a nuestras vidas con todo lo que ello implica:
Educarlo, siguiendo normas que todos hemos de cumplir: nada de comer de la mesa, nada de subirse a los sofás y a la cama...
Cuidarlo, vacunas, revisiones, baños...
Pasearlo diariamente, sí porque haga lluvia, truene o el sol luzca haciendo derretir a los caracoles. Él tiene que salir y eso, señores padres, hemos de tenerlo bien claro. Explicarlo bien a los peques.¿Son ellos lo suficiente mayores para sacar al que será su mejor amigo? ¿Están ellos dispuestos a recoger sus cacas y enseñarles el lugar correcto donde orinar? ¿Estamos dispuestos a asumir que ese perro nos dará todo su amor, nos querrá como nadie más nos va a querer, pero que hemos de tener tiempo para él? Y...¿somos conscientes que la pequeña bolita de pelo va a crecer pudiendo ser más grande y fuerte que nosotros? ¿Estás preparado para ser el macho alfa de la manada? Si las dudas te asaltan por favor no regales esa mascota...
Besitos avainillados