El pasado 20 de diciembre el gobierno aprobó un Real Decreto ley con varias medidas laborales. Entre ellas, la ampliación de la reducción de jornada por cuidado de hijos de los 8 a los 12 años. Una muy buena noticia en estos tiempos en los que parece que todo son informaciones negativas.
Me parece muy bien que esta demanda que hacía tiempo hacíamos las madres y los padres (que también hay que la necesitan) por fin se haya hecho realidad.
La reducción hasta los 8 años estaba bien pero no era suficiente. Un niño de 8 años no puede levantarse solo, hacerse el desayuno, vestirse y marchar de casa hasta el colegio, que seguramente estará bastante lejos de su casa. Con 8 años aun necesita de un adulto que lo supervise. Ya es bastante autónomo pero no lo suficiente para ir solo por la vida. Tampoco puede llegar a casa por la tarde, hacerse la merienda y ponerse a hacer deberes esperando a que su padre y su madre lleguen a las siete o las ocho de la tarde.
Con 12 años ya me parece más coherente que un niño ya pueda empezar a tener cierta autonomía en este sentido.
Por otro lado, cuando las madres o los padres pedimos reducción de jornada no lo hacemos para plegar a mediodía del trabajo y marchar al gimnasio o a la peluquería. Cuando marchamos del trabajo a mediodía empieza una segunda jornada más larga e intensa si cabe en la que tenemos que hacernos cargo de nuestros pequeños. Vamos, que la reducción de jornada no es un capricho para trabajar menos en la oficina.
La reducción de jornada es uno de los pilares básicos de la conciliación familiar y laboral. Una manera de conseguir, o al menos intentarlo, llegar a todo. Poder trabajar y poder ser padres a la vez. Y hacerlo sin que los niños se sientan excesivamente desamparados. Que no nos olvidemos que con medidas como esta conseguimos que los niños puedan estar más tiempo con sus padres, que es lo básico de todo este tema.