Ante la nueva moda de rechazar la anestesia epidural, creo que debo compartir mi experiencia.
En primer lugar, no hay ningún estudio que asegure que los bebés de madres que optan por la anestesia epidural sufran ningún tipo de efecto secundario. De hecho, sí que hay algunos estudios que relacionan unos mejores resultados de la prueba APGAR con los bebés de mamis que han sido anestesiadas localmente durante el parto. Hay un artículo bastante informativo en Baby Center.
Yo lo tengo claro: por suerte o por desgracia tuve los dos tipos de parto. En el primero, calcularon mal la dosis de anestesia epidural y, aunque aliviaron las contracciones previas al parto, durante el mismo no tuve ningún tipo de atenuante del dolor. No podía entender lo que pasaba, no paraba de preguntarles: “pero si duele así con anestesia epidural, ¿cómo duele sin ella???” El caso es que todo iba bien, y dilataba según lo previsto, pero en un momento dado le dije a la doctora que no aguantaba más y que hiciera lo que fuera para ayudar al bebé a salir; así que me hicieron una episiotomía. A ver, lo del corte no es lo grave, es un tanto incómodo los primeros días; lo que yo no recomendaría a nadie sería pasar por un parto “a pelo”. Fue a la hora de darme puntos cuando se dieron cuenta de que, efectivamente, el efecto de la anestesia se había pasado por completo… En fin…
En mi segundo parto, durante la visita pre-anestésica, le conté al anestesista lo que había pasado, y le aseguré que no quería pasar por ello otra vez, “aunque me tuvieran que decir cuándo empujar“. Es cierto: en el segundo parto todo pasa más rápido: se borra el cuello del útero más rápido, dilatas más rápido, sabes lo que va a pasar… Pero también sabes lo que quieres y lo que no; y yo lo tenía clarísimo. Gracias a pedir la anestesia epidural, estoy convencida de que salvé la vida de mi hija. Si vas “a pelo”, no puedes evitar empujar durante las contracciones, es una reacción física inevitable. Gracias a que pedí mucha epidural (y aún así necesité una dosis extra, porque de verdad no quería sentir NADA de dolor), cuando me pidieron que parase de empujar porque mi hija nacía con una vuelta de cordón en el cuello, pude hacerlo, pudieron desenredarla y pudo nacer sin más problema. Sin secuelas, sin falta de oxígeno, tan sólo una pequeñita marca roja en un ojo que desapareció a los pocos días.
No puedo estar más agradecida por haberme puesto cabezota con el tema de la anestesia. Ahí dejo mi caso por si os ayuda a decidir. E insisto: si tenéis una duda, preguntad, investigad, contrastad; y una vez toméis la decisión, sentíos seguras y no hagáis ni caso a lo que digan los demás. Cada mujer es un mundo, cada parto es diferente, cada niño es único.
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