Estos complejos pueden incluso llevarles a centrar toda su vida en mejorar los aspectos que estiman están defectuosos de su cuerpo. Cuando el cuidado por uno mismo se vuelve en una obsesión, se empieza a hablar de trastornos psicológicos. Uno de los más conocidos y peligrosos es la anorexia nerviosa.
Una falsa realidad
Aunque la enfermedad lleva mucho tiempo registrada en los archivos médicos, en los últimos años es cuando su nombre se ha popularizado, puesto que han aumentado considerablemente los casos diagnosticados, llegando incluso a ser una alarma social. Cecilia Caruana, miembro de la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia (ADANER), explica que la anorexia nerviosa es un trastorno de origen psicológico que se caracteriza por una pérdida de peso por debajo del 85% de la masa corporal".Esto se produce porque los pacientes están convencidos de que tienen un exceso de peso, aun cuando la realidad demuestra que su apariencia es totalmente opuesta a la de una persona con sobrepeso. Se miran al espejo pero no perciben lo que los demás ven, sino que su propio cerebro les produce una distorsión de sí mismos que les lleva a rechazar la comida para no engordar.
A pesar de que cada vez se dan a conocer más casos de varones, en ocasiones muy jóvenes, la psicóloga asegura que "afecta principalmente a mujeres adolescentes". Otra característica de los pacientes sería que la mayor parte de ellos se encuentran en situaciones "de baja autoestima y que repudian profundamente su figura corporal", añade la experta.
Destruye desde dentro
Las causas de la aparición de la anorexia varían muchísimo según la persona, pero desde ADANER señalan que "el perfil es el de una mujer muy perfeccionista, con gran rigidez de pensamiento que, ante un acontecimiento estresante como puede ser cambiar de instituto, una ruptura sentimental o el divorcio de los padres, siente que lo único que puede controlar es su cuerpo, y entra en un círculo de restricciones que le hacen tener miedo a engordar".La principal característica de este trastorno es que el paciente no percibe que esté enfermo aun cuando los síntomas se suceden. La experta habla de una sintomatología psicológica que se hace patente por: "una obsesión por mantener una extrema delgadez, rechazo a los alimentos, hiperactividad y perfeccionamiento excesivo". La anorexia influye claramente en su ánimo, presentándose también una "falta de autoestima, irritabilidad e incluso una hipersensibilidad hacia el sufrimiento ajeno que les lleva a sentirse culpables", detalla la especialista. Todo esto puede provocar un aislamiento social y que las relaciones se vuelvan conflictivas.
Por otro lado, también se producen numerosas señales físicas que evidencian que algo no funciona correctamente. Junto a la evidente bajada de peso, se puede producir "amenorrea, llegando a haber ausencia de la menstruación durante tres meses seguidos, frialdad en manos y pies, caída excesiva del cabello, trastornos en el sueño, alteraciones hormonales, óseas y digestivas, etc.", enumera Cecilia Caruana.
El apoyo es fundamental
La anorexia presenta su lado más cruel en aquellos casos de personas que han de ser ingresadas para evitar que mueran de desnutrición. Pero, sin llegar a esos extremos, esta dolencia, tal y como señala Caruana, puede ocasionar "depresión y un deterioro personal y social", en el plano psicológico, y ser el origen de "fallos cardiacos y renales, osteoporosis o esterilidad", a nivel físico.Por ello, es vital acudir a un profesional si se detectan indicios de anorexia, quien llevará a cabo un tratamiento que incidirá en tres frentes el psicológico, el psiquiátrico y el nutricional. La psicóloga advierte de la importancia de que los enfermos y sus familiares busquen ayuda. Existen terapias familiares y en grupo que pueden ser claves para entender el trastorno y poder así empezar a superarlo.
La recuperación es dura y las recaídas son muy recurrentes pero, según Caruana, "de ellas se sale enriquecido y, poco a poco, los pacientes se van sintiendo mejor". En este sentido, dejarse ayudar es fundamental para poder hacerle frente a una enfermedad complicada, pero no imbatible.