Aquí si que nos impacta desde la misma fachada. Me encantan esos grandes ventanales con un grueso marco de madera que sobresale. Tanto la fachada como el tejado están creados como un elemento único, por lo que no hay un inicio y final del edificio como es habitual en las construcciones. La idea original es como si fuera una montaña donde todos los espacios interiores estuvieran conectados visualmente y unida por la circulación dinámica.
Desde la misma entrada al edificio ves que los espacios son para vivirlos, para que los niños interactúen en ellos y con ellos. La zona de la pendiente para escalada junto a la escalera de acceso al piso superior, para los más inquietos. La colchoneta en su parte inferior junto a la que nos encontramos unos pufs con diferentes formas de piedra.
Con una zona de acceso con techos tan altos han resuelto perfectamente y con mucho gusto ese gran espacio utilizando lámparas esféricas y una gran cantidad de colgantes móviles con forma de mariposas. Ah, y esas extrañas plantas que brotan del suelo.
Desde luego encontramos espacios realmente sorprendentes como es la sala donde el techo es un enorme mural floreado y las lámparas parecen personajes de otro mundo boca abajo.
Pero lo que engancha del todo es ese final de escalera que nos conduce al cielo, con sus esponjosas nubes. Parece que estén al aire libre.
Y cuando el edificio se cierra, los paneles de colores en las contraventanas hace que las luces del interior iluminen la noche de colores.
Este proyecto ha sido realizado por el estudio de arquitectura de Dorte Mandrup de Copenhagen.
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