Son espacios de los que hay que saber bien leer en ellos. A veces sus lecturas se entremezclan al espectador externo que no conoce a veces las fronteras implícitas más allá de aquellos más geográficos.
Las aulas son lugares con vida propia. En estos tiempo de educación a distancia, recordamos que el valor de la educación es más que conocimientos. La interrelación con todos los miembros del grupo y los docentes que habitan estos espacios posibilitan multitud de diálogos. Y es que el cuerpo se comunica y se relaciona con el espacio. Los diálogos en la educación son amplios y se amplifican en cada aspecto del día, bien sea en los patios o en el comedor, el tejado o las ventanas. Un proceso social donde todos los actores emplean diferentes conversaciones y actividades conjuntas para crear espacios de comunicación compartidos. Esto supone también muchos esfuerzos pensados y adaptados a los intereses de los alumnos. Así, los procesos de aprendizaje en que el docente ayuda al estudiante a operar más allá de sus capacidades resulta ser una experiencia conjunta muy enriquecedora para todas las partes.
Quiero agradecer la labor de Arteespacios por reconocer la alegría y la energía que ponen muchos docentes en crear mundos mágicos para sus alumnos y entornos escolares.