Seguramente ésta sea la clave para una comunicación con ellos, un diálogo que fluya y que les haga ver que los adultos estamos ahí, y no somos beligerantes a ellos, sino amigos, confidentes...
Si echamos la vista atrás y recordamos cuando teníamos 15 o 16 años probablemente nos veamos reflejados en ese chico o chica encerrado en su cuarto, escuchando música o compartiendo el tiempo tan sólo con sus pensamientos. Los adolescentes no son autistas, pero sí algo solitarios.
La familia deja de ser el universo esencial que les rodea, para que cobren importancia otros actores y circunstancias totalmente nuevas para ellos: amigos, salidas nocturnas, primeros inicios en el amor, en el sexo, en alcohol, experiencias nuevas en el instituto, primeras afrentas, primeros problemas reales...
Hoy es el Día del adolescente y es un poco inevitable hablar de tópicos que, al fin y al cabo, algo de razón tienen. No obstante hay que adecuarse a los tiempos y al cambio de mentalidad. No es lo mismo ser un chaval joven de ahora, que los que lo fueron en los 80 o más atrás, en los años 60, pero sí que creo que, en general, cualidades como incomprensión, rebeldía, soledad, novedad, impulsividad, continúan ligadas al ser adolescente, independientemente de la época que nos toque vivir.
¿Opináis lo mismo?
Foto. Silencio activo.