¿Y cuál es mi respuesta a tal debate? Un rotundo sí a que los docentes deberían formarse en inteligencia emocional. Obviamente, no todos lo van hacer y no todos lo ven necesario. Y el título de la reflexión de hoy no es una verdad absoluta sino mi más sincera opinión. Cada vez más centros educativos están teniendo en cuenta la educación emocional en las aulas pero no todos los maestros y profesores están preparados para guiar a sus estudiantes en la gestión de las emociones. ¿Cómo podrían hacerlo si ellos no conocen ni las herramientas y estrategias adecuadas?
Son pocos los centros educativos los que imparten talleres, conferencias o charlas de inteligencia emocional para los docentes. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que posiblemente, la formación en este área corre todo a cuenta de los profesores. Ellos tendrán que ser los que investiguen por internet, los que lean artículos, guías, herramientas y estrategias. Y en algunas ocasiones si quieren profundizar en el tema, seguramente se tengan que matricular en algún curso concreto que el centro educativo no les pagará.
A pesar de la pésima formación docente de nuestro país, la inteligencia emocional (desde mi punto de vista, claro) tiene que estar presente cada día en el aula. Por lo tanto, maestros, profesores y demás personal educativo deberían tener conocimiento sobre ella. Pero, ¿por qué es tan importante?
La inteligencia emocional ayuda a gestionar el estrés
La gran mayoría sabemos que la profesión docente puede llegar a generar un estrés excesivo. No son pocos los profesores y maestros que buscan la ayuda de psicólogos especializados para conocer herramientas para superarlo. Ser emocionalmente inteligentes ayuda a calmar la ansiedad, a comprender las emociones (tanto negativas como positivas) y favorece la relajación en momentos y situaciones de estrés. De esta manera, una formación en inteligencia emocional sería increíblemente útil para los docentes.
Las emociones de los estudiantes serán importantes
Y no solo serán importantes. Si los docentes se han formado en inteligencia emocional les resultará más sencillo poder comprenderlas, ayudar a los alumnos a gestionarlas y favorecer su expresión en las aulas. De esta manera, los profesores crearán un clima escolar seguro, relajado y tranquilo donde los alumnos puedan hablar de cómo se han sentido ante una situación concreta sin tener miedo ni sentirse rechazados por los demás.
La inteligencia emocional favorece la empatía y asertividad
Los profesores que han optado por la formación en inteligencia emocional se muestran más empáticos y más asertivos con los estudiantes. Son capaces de ponerse en el lugar de los alumnos sin juzgarles, sin castigarles ni hacerles sentir culpables. De esta manera, se fomenta un concepto muy importante en las aulas y que todos los docentes deberían llevar a cabo en las aula: escucha activa. Así, los profesores están transmitiendo valores para el día a día a los estudiantes.
La inteligencia emocional favorece la autoestima
Muchos sabemos que la profesión docente no es una de las más reconocida ni valoradas por la sociedad. De hecho, en bastantes ocasiones es una de las más maltratadas. Partimos de la base de que se deberían valorar más a los docentes, pero, ¿qué ocurre si no es así? Los profesores tienen que conocer herramientas para automotivarse y equilibrar la autoestima. Tener una formación en inteligencia emocional puede ayudar a los profesores a sentirse más realizados, a quererse más ellos mismos y a no pensar que su trabajo no es importante.
La inteligencia emocional favorece las relaciones dentro del centro educativo
Una adecuada relación entre los profesionales de la educación influye bastante en la manera de desempeñar el trabajo. La inteligencia emocional puede fomentar el apoyo entre maestros y profesores, el trabajo en equipo, la comunicación asertiva y la escucha activa. De esta manera, el ambiente de trabajo es más relajado, alejado de las tensiones y del malestar. Pero la inteligencia emocional no es importante únicamente entre las relaciones de los profesores.
Por ejemplo, en las entrevistas y reuniones con padres de alumnos resulta muy útil la inteligencia emocional. Obviamente, madres y padres encantadores, que apoyan a los profesores y que trabajan codo con codo con ellos. Pero desgraciadamente, no todas las familias son así. Hay personas que entran en la sala de reuniones y entrevistas con el único objetivo de acusar, de faltar el respeto y de ofender a los docentes.
Por eso, es conveniente que maestros y profesores conozcan y sepan aplicar herramientas y estrategias para la gestión de las emociones. La inteligencia emocional favorece el autocontrol y como decía antes, ayuda a disminuir y calmar la ansiedad. Pero tengo que dejar claro una cosa: ser emocionalmente inteligentes no significa que los docentes tengan que aguantar las acusaciones y las ofensas de algunos padres. Ante eso, siempre se puede avisar e informar al personal directivo.
Y vosotros, ¿qué pensáis acerca del debate sobre si los docentes deben formarse en inteligencia emocional? ¿Creéis que la inteligencia emocional podría ser útil en los centros educativos y para los profesores?
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