De un tiempo a esta parte no paro de escuchar a padres que están preocupados por el aprendizaje del inglés de sus hijos. La globalización y las telecomunicaciones tienen gran parte de la culpa de esta presión lingüística a la que sometemos a nuestros hijos, ya que queremos que las fronteras no existan para ellos y, en muchas ocasiones, las limitaciones en materia de idiomas hacen que perdamos oportunidades laborales en otros países.
A lo largo de mi formación universitaria como maestra de educación infantil aprendí que es fundamental la adquisición del lenguaje en los niños. Para ello, es muy importante que siempre les hablemos desde el cariño y el respeto con palabras completas y sin caer en reduccionismos (seguro que habéis escuchado el agugu-tata en boca de los abuelos, tíos.. ¡o en vosotros mismos!). Así que, cuando me convertí en madre por primera vez intenté por todos los medios que todas las personas que entraran en contacto con Álvaro le hablaran con corrección. En alguna ocasión me salió bien; en otras, esperaban a que me marchara para poder hablarle con el "lenguaje de los bebés".
En nuestro caso, los dos somos hispano hablantes y no tenemos dominio de ningún otro idioma con la fluidez necesaria para considerarnos bilingües (aunque aquí mi señor esposo habla, escribe y traduce latín). Quizá por eso nunca he sentido presión con la introducción del segundo idioma. Tengo claro que si no sabes bien un idioma no deberías enseñárselo a tu hijo porque no va a aprender con un buen modelo (lo que es fundamental). Basándome en mis estudios y experiencia laboral, decidí no introducir ningún otro idioma en casa hasta que tuviera bien adquirida su lengua materna. Con Diego estamos haciendo exactamente lo mismo.
Sin embargo un día me di cuenta de que yo no era el mejor modelo para aprender el inglés, pero sí podía usar un elemento motivador externo para ir acercando este idioma para ellos. En casa sabéis que casi no encendemos la televisión; por eso, si un día ponemos "Pocoyo" o "Peppa Pig" a Álvaro le damos una alegría inmensa. Pero en nuestra casa, los dibujos se ven en inglés. Álvaro está hiper-motivado con ver Pocoyo, por lo que no pierde atención y entiende lo que le va contando. Tengo que empezar diciendo que Álvaro no ha visto la televisión hasta el pasado verano, casi con dos años, momento en el que empezamos a ponerle alguna película para ver en familia, así que la parte de "ver la tele" le atrae porque casi no la tiene "usada". Y digo que Álvaro entiende a Pocoyo porque una mañana, cuando salimos a hablar con la directora de un banco, cuando me estaba despidiendo de ella yo le eché la mano y él, se acercó y le dijo "see you soon" (igual que Pocoyo), lo que me dio pistas para saber que estaba entendiendo, de forma natural, lo que iba diciendo Pocoyo y cuando usaba cada expresión.
Por cierto, si os lo estáis preguntando siento deciros que yo no veo Pocoyo en inglés. Normalmente lo ve él solo (Diego aún es pequeño para tanta estimulación visual) y solo un rato de forma ocasional (no quiero que se rompa la magia).
Nosotros decidimos hacerlo así basándonos, sobre todo, en mi experiencia y formación al respecto. Siempre me dijeron en la universidad que si los niños escuchaban desde la cuna dos idiomas, tendría los dos como "lenguas maternas" (si cada padre habla en un idioma, por ejemplo) pero que no era conveniente forzar la situación. En España tenemos casos de bilingües naturales porque viven en otras comunidades autónomas en las que tienen un idioma diferente al oficial, por ejemplo, Cataluña, la Comunidad Valenciana, Galicia, el País Vasco?
¿Es negativo que los niños manejen dos idiomas desde la cuna? Para nada. Es positivo que los niños tengan riqueza cultural y de idiomas. Pero siempre que sea natural. Con esto me refiero a que, aunque a mí me guste el ruso, yo no me atrevería a leerles algún texto en ruso a mis hijos (sobre todo porque no sé, aunque sepa que es algo muy bueno para ellos). En cambio, si su padre fuera ruso, lo natural seria que él le hablara en ese idioma.
Lo que no es bueno es forzar situaciones y apuntar a los críos a un sinfín de actividades y extraescolares que, más que favorecer el aprendizaje del idioma, hacen que sientan rechazo hacia el mismo.
El pasado sábado 9 de mayo asistí a la III Jornada de Bilingüismo organizada por el British Council en Pozuelo para aprender más sobre este asunto y, a pesar de que la primera parte de la conferencia fuera en inglés, escuché a Philip Riley, hablando con naturalidad sobre lo que es, realmente, ser bilingüe y cómo conviven, por ejemplo, familias inmigrantes en las que los niños hablan diferentes idiomas en función de las necesidades que tienen.
Luego, en la mesa redonda (ya en castellano) estuvieron Marlen van Wechem y Ana Halbach, autoras del libro "Don´t worry, mum and dad?I will speak English!" (La guía del bilingüismo del British Council School), en la que nos contaron las ventajas que tienen los niños bilingües, los inconvenientes, mitos, realidades, si es cierto que al tener dos idiomas en la cabeza se retrasa el momento de hablar de los niños? ¡Pero no quiero contaros nada del libro porque estoy de sorteo! Para celebrar los 300 seguidores de Facebook, estoy sorteando uno de las guías para que resuelvas todas tus dudas. ¿Quieres una? Es muy sencillo, te cuento:
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Compartir públicamente con tus amigos este mensaje (para que todos se enteren de que la sorteo, claro).
El sorteo lleva en pie desde el pasado domingo, y va a terminar el día 17 de mayo. Así que ¡no pierdas un minuto! Al ganador le enviaré por correo la guía (territorio nacional) para que resuelva sus dudas sobre el bilingüismo. ¿Te animas?
El sorteo, finalmente, se ha celebrado el 19/05/2015 a las 12.10 horas. Y la ganadora ha sido:Paola Arcas
¡¡Enhorabuena!!