Siempre se ha asociado el concepto de hijo único al de un niño consentido y malcriado, cuya educación sobreprotectora influye en su vida adulta generándole un carácter algo egoísta. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Un hijo único no tiene por qué ser un niño consentido, todo depende de la manera en qué sus padres decidan educarlo.
Concretamente, se ha demostrado que ser hijo único posee más virtudes que defectos. Antiguamente, la educación fomentaba aquellos hijos que eran el centro del universo, se creía que era lo normal. Sin embargo, en los tiempos que corren esta situación se ha normalizado y consideramos a nuestros hijos (dentro de los límites que tenemos como padres) como una persona normal.
El hecho de ser hijo único no define el futuro de un niño. Hoy en día muchas familias deciden tener un sólo hijo, por diferentes motivos. Lo bueno que tiene tener un único hijo es que podemos ocuparnos mejor de él y darle más oportunidades y facilidades en la vida, por eso algunas expertos no dudan en afirmar que los hijos únicos poseen más capacidad para ser triunfadores en la vida, porque no han tenido que competir con otros hermanos en la vida.
Por supuesto, ser hijo único tiene también sus desventajas. No tener hermanos hace que todas las expectativas se centren en una misma persona, como también que sea éste único hijo el que sufra los miedos y equivocaciones de sus padres y no tendrá con quién compartir todo lo que pase en casa. Son ventajas e incovenientes de ser hijo único, pero no significa que vayan a ser malcriados.
¿Cómo fue ser hijo único?
Imagen: Glyn Lowe Photoworks