Estoy como niña con zapatos nuevos porque he estrenado gafas de ver. Cuando entras en la década de los 40 quien más quien menos se tiene que poner gafas. Y es que por muy estupendos que estemos, los años no pasan en balde. Y yo no iba a ser menos, partiendo de la base que desde hace muchos años las uso. No soy miope pero de siempre he tenido la vista cansada. Poco cansada, pero cansada. Siempre lo he achacado al ordenador porque en verano no las necesito y en mis cuatro meses de maternidad tuve una vista de lince. A pesar de usar las gafas cuando trabajo, siempre se me cansa mucho la vista y después un día intenso dándole a la tecla, lo que más me apetece es cerrar los ojos para descansar la vista.
Por eso cuando descubrí que Alain Afflelou había lanzado sus gafas BlueBlock no me lo pensé un minuto y allá que me fui a por ellas. Lo que hace diferentes a estas gafas es que incorporan un tratamiento especial en sus cristales para proteger los ojos del azul de las pantallas, evitando a fatiga ocular. Y desde que las tengo, ¡vaya que lo he notado!
Por eso cuando descubrí que Alain Afflelou había lanzado sus gafas BlueBlock no me lo pensé un minuto y allá que me fui a por ellas.
Lo que hace diferentes a estas gafas es que incorporan un tratamiento especial en sus cristales para proteger los ojos del azul de las pantallas, evitando a fatiga ocular. Y desde que las tengo, ¡vaya que lo he notado! Lo bueno es que se pueden adquirir sin graduación o con la graduación de cerca que tú tengas. La verdad es que todo un invento. Yo me las he graduado y estoy muy contenta.
La montura es de pasta y hay 10 colores para elegir, desde los más clásicos como el carey o el negro hasta los más atrevidos para gafas como el azul eléctrico. Mis últimas gafas fueron verdes muy discretas, así que me he decantado por unas blancas, que así me van con todo.
¡¡FELIZ LUNES!!