El miedo es una emoción primaria y aunque a primera vista quizás no lo parezca, nos es de gran utilidad. Gracias a él reaccionamos ante situaciones reales de peligro, como apartarnos ante un coche que se acerca a gran velocidad, o asomarnos a un precipicio. Todos los animales tienen miedo a aquellas cosas o seres que les pueden causar daño a nivel físico. Los seres humanos, además, reaccionamos también ante aquello que nos pueda dañar en el plano emocional.
Los miedos nos dan la oportunidad de generar herramientas para afrontar ciertas situaciones, nos permiten superarlos y superarnos a nosotros mismos, mejorar y resolver situaciones que, a priori, nos parecían imposibles de enfrentar.
A medida que el niño se desarrolla a nivel cognitivo, es normal que aparezcan los miedos. Es una forma de mostrar al mundo que está madurando :). Por eso es muy útil enseñarle a los pequeños a enfrentarlos, a medida que estos van surgiendo. Así que, hoy te propongo un juego para que los más pequeños aparquen sus temores a un lado y no permitan que les limiten a la hora de vivir nuevas experiencias que, en un principio, deberían ser placenteras. ¿Te animas a llevarlo a cabo?
¡Tanto en casa, como en el aula, esta actividad da muy buenos resultados!
CAJITA COME-MIEDOS
Material:
– Una caja de cartón.
– Acuarelas, ceras, gomets… Cualquier cosa que permita decorarla.
– Folios o cartulinas para colorear
– En este caso hueveras de cartón, ojitos de plástico y pegamento.
Procedimiento:
Escogeremos una caja de cartón para convertirla en nuestra “Cajita come-miedos“. Si tiene tapa, perfecto, sino podremos realizar una pequeña ranura con unas tijeras o un cúter, a modo de “buzón”, para introducir nuestros miedos en ella. Es importante explicarle al niño para qué vamos a utilizar esta caja, en qué la vamos a transformar y acto seguido que dejemos volar su creatividad.
Una vez terminada la cajita, procederemos a darle unos folios o tarjetas en las que expresará sus temores. En este momento sus miedos saldrán de su cuerpo y se plasmarán en el papel, que después será guardado en la caja. El hecho de tomar conciencia de ellos, de verbalizarlos y exteriorizarlos es tremendamente beneficioso.
Antes de introducirlos en la caja, podemos tratar de profundizar un poco más realizando las siguientes cuestiones, o ayudando al pequeño a resolverlas:
Pedirle que verbalice su miedo.
¿Cuándo lo siento?
¿Por qué?
¿Qué ocurre cuando tengo miedo? ¿Cómo me siento? ¿Cómo responde mi cuerpo?
¿Qué cosas podré hacer si este miedo desaparece?
A continuación nos desharemos de él introduciéndolo en la cajita y le recordemos que los miedos, alguna vez, pueden escaparse, y que en caso de que esto suceda, les pediremos educadamente que vuelvan a su lugar, dentro de la caja. Una vez que hayan desaparecido, podemos sacarlos de la caja y tirarlos, enterrarlos o lo que consideremos más apropiado, para que el niño sea consciente de que ha superado su temor y se sienta orgulloso de ello :).
¿Tienes dudas?
Como en cada artículo, te invito a que me hagas llegar tus intereses y dudas al respecto de este o cualquier otro tema. Puedes hacerlo a través de las redes sociales, los comentarios de este post, o por correo privado. No olvides suscribirte para recibir directamente en tu correo las nuevas entradas, además de contenido exclusivo . Tu feedback es fundamental para la mejora de la web :).