Siempre ha tenido facilidad para la lectura, aprendió pronto las letras y a deletrear. En verano se soltó a leer palabras sueltas dentro de un texto, sin hacer una lectura fluída. Qué le íbamos a pedir, acababa de cumplir 5 años y aún es pronto para la lectura, pronto desde el punto de vista de que la edad normal en la que se espera que un niño lea es los 6 años.
Pero fue empezar el curso y activarse en él el chip de la lectura. Cuando nos dimos cuenta estaba leyendo como un carretero, y daba gusto escucharlo. Ha pasado de leer palabras sueltas a leer frases completas, sin ir sílaba por sílaba sino leyendo de manera fluída y, para mi sorpresa, incluso con la entonación. Y desde entonces lo lee todo, desde el cartel del ascensor de la reunión de la comunidad de vecinos hasta lo que voy escribiendo en el whatsapp.
Le gusta leer y el haberse soltado por fin a hacerlo no ha hecho más que acrecentar sus ganas de leer. Ahora es él quien me lee a mi o a su hermana un cuento antes de irnos a dormir. Además es muy exigente y no se conforma con leer, quiere hacerlo bien, por lo que pone mucho interés en acentuar bien las palabras y en hacer las pausas que marcan los signos de puntuación.
Así que bienvenido a Geronimo Stilton, que nos ha abierto la puerta a la lectura de verdad. Todos los días leemos un poquito, teniendo en cuenta que no lee mucho del tirón porque leer en voz alta le canza, así que vamos a poquitos, que tampoco hay que correr. El primer título de la colección que esperamos hacer es "Trece fantasmas para Tenebrosa".
Este sábado pasado el mismísimo Geronimo Stilton venía a El Corte Inglés a firmar libros. Y como no, fue decírselo a Iván y ponerse como loco, le hacía mucha ilusión ir a verlo. Así que a pesar de que el sábado apetecía de todo menos salir de casa, hicimos el esfuerzo para que Iván tuviera su primer libro de lectura firmado por su protagonista.
Imagen extraída de http://www.clubgeronimostilton.es
El horario del evento estaba claro, era de 17,30 a 19,00 horas. Nosotros llegamos al stand a las 18,30h, había muchísima cola, Iván ya se puso nervioso al ver al ratón firmando y haciéndose fotos con los niños, y nos pusimos a la cola. Sabíamos que nos quedaba un buen rato de pie pero cualquiera le decía a Iván que no.
Había muchos niños, y lo que me sorprendió es ver que la gran mayoría no llevaban un libro sino tres o cuatro cada uno, y nosotros allí con nuestro primer librillo. Niños de todas las edades, los más rondaban entre los 8 y los 11, pero había mayores y pequeños. También nos encontramos con los primos R y J, que ya había pasado por la firma.
Al poco de ponernos en la cola viene el vigilante de seguridad y nos dice que ya se han repartido todos los números y que no nos garantiza que nos vaya a firmar el libro. ¿Cómo?. No le di opciones, directamente le dije que el evento estaba programado en una franja horaria determinada sin más condiciones - en ningún lugar figuraba que se diera número por orden de llegada para acceder a la firma -, que nosotros habíamos llegado dentro de ese horario y que no nos íbamos a ir de allí sin que el niño pudiera darle su libro a Geronimo Stilton.
Qué fácil hubiera sido el discurso "señora, hemos dado ya todos los números pero dada la afluencia de público vamos a poner todo nuestro empeño en que todos los niños sean atendidos". Pero el lugar solo nos daba la negativa por respuesta.
Pues mire, dígaselo usted a mi hijo. Dígale a mi hijo, que ha venido con toda su ilusión y el libro bajo el brazo, que se va a tener que ir viendo cómo otros niños saludan al ratón y él no. Que a veces no se dan cuenta que se trata de niños, y que para un niño esto que parece una chuminada es una ilusión rande como un castillo.
Yo seguí en mi cola, de allí no me iba a mover nadie. Y soy muy cojonuda, no iba a dudar en quejarme y poner una reclamación si fuera necesario, y por si acaso tuiteé a la cuenta de El Corte Inglés el momento en el que estábamos. No obtuve respuesta.
Y el caso es que seguía llegando gente y poniéndose a la cola. Lógico, estaban en hora, no se les podía recriminar nada. Y de nuevo el seguridad repetía la misma cantinela. Vale, que era un mandado, pero le tocó a él aguantar el chaparrón. Tuvo el poco acierto de decir que el organizador iba a hacer el favor de quedarse media hora más para atender a los niños que tenían número pero que a las 19,30 se iba. Y ya me calenté, porque favor nada, es un acto publicitario y el libro que yo llevaba en mano, comprado allí por cierto, así que favor no nos hacían ninguno. En todo caso el favor se lo hacíamos nosotros, que al lado del stand de la firma había un punto de venta de sus libros y estaban haciendo una caja curiosa.
Evidentemente, y como era lógico, al final todos los niños disfrutaron de su momento con Geronimo Stilton. Iván el pobre estaba hasta sufriendo pensando que no podría subir... ¿Pero qué necesidad hay de hacer que los niños lo pasen mal?. Cuando por fin no había nadie delante supimos que nos iríamos de allí con el libro firmado.
Curiosamente, cuando le tocó el turno a Iván - y a Antía, que donde va su hermano allá va ella - el organizador también me invitó a subir. Nos hicimos la foto, firmó el libro y mi niño se fue, tan contento. Antía incluso dio vuelta porque no se quería ir sin darle un beso al ratón.
Cuando ya íbamos de vuelta paseando por la tienda Iván me cogió de la mano, me tiró y se me colgó del cuello.
"Mamá, muchas gracias por traerme a ver a Geronimo Stilton, me hace mucha ilusión que me firme el libro".
Y me dio un beso apretao. Si es que solo por eso vale la pena la cola, la espera y la discusión con el vigilante de seguridad.
Así que desde aquí hago un llamamiento a El Corte Inglés y todo aquel que organice un acto o evento destinado a niños:
Los niños no entiende de aforo, de horarios o circunstancias similares. Hay que ser un poco sensibles y comprender que lo mismo yo me puedo conformar porque un escritor de renombre no firme más allá de la hora estipulada, pero a un niño no se le puede exigir que comprenda y se conforme cuando acude a un evento en el que pone ilusión y se tenga que ir de vacío. Así que, si organizan un evento destinado a los niños y por alguna causa se ven desbordados, la respuesta debe ser siempre conciliadora y en pro de solucionar o poner los medios para que los niños puedan disfrutar aquello a lo que van, en lugar de advertir que no lo podrán hacer por las circunstancias que sean. Porque los niños van a cumplir una ilusión y no tienen culpa de la mala organización o lo que sea que pasa.
Porque en este caso, mi hijo se habría tenido que ir entre lágrimas, viendo cómo otros niños se van felices con su libro firmado. Y porque estoy segura de que hubiera sido así de no ponerme cojonuda.
Así que también agradezco que hayan sido comprensivos y hayan entendido que no podían echar atrás a los niños, y que posiblemente les hubiera perjudicado mucho arriesgarse a un motín de padres. Sin embargo, estoy segura de que no les costó nada atendernos a todos, y hubieran quedado reyes si no nos hubieran advertido en negativo.
Lo curioso es que cuando subí al stand con los niños el organizador me dijo "madre mía, ¡menudo éxito!", "¿pero qué os esperábais? para algo diferente que se organiza en esta ciudad...".
Sí, en esta ciudad no hay mucha oferta de ocio y eventos para niños, así que aprovechamos cualquier cosilla que surja. Porque además, algo tan simple como que un ratón animado venga a firmar libros, puede ser un hecho fantástico para nuestros niños. Démosle el valor que tiene para ellos, que bien lo merece.