Uno de mis mayores placeres es disfrutar de la lectura. Por aquí ya lo he contado en innumerables ocasiones, pero desde muy pequeña descubrí todo lo que los libros podían darme.
En mi casa, tanto mi madre, como mi padre son grandes lectores y jamás me pusieron una pega si lo que quería era un cuento o un libro. Desde siempre en las ocasiones especiales he pedido lectura, para Reyes, por mi cumpleaños, mi Santo o por cualquier motivo, un libro me hace inmensamente feliz.
Hace aproximadamente año y medio decidí reducir el número de lecturas en formato digital en favor del papel. Porque me gusta sentir el tacto de las hojas o vivir esa sensación cuando vas avanzando y estás enganchado a la historia y ves que te quedan a penas unas decenas de páginas. Porque no hay lugar que me guste más que una librería. Y sobre todas las cosas, porque me parecía muy importante que mis hijos me vieran leer.
Muchas me diréis que es igual un libro electrónico que un libro físico, pero para mí era importante desvincular el placer de la lectura que quiero transmitir a mis hijos de una pantalla. Porque hoy en día ya estamos muy enganchados a muchos tipos de ellas.
Los dos pequeños siempre les ha gustado leer. La Heredera (5) con tres años decidió aprender ella sola, y empezó a juntar las letras porque quería saber de verdad lo que ponía en el cuento (no sólo quedarse con la historia). Ahora no perdona el cuento o cuentos de cada noche y muchas veces me la encuentro contándoselos a sus muñecos.
El Mediano (8) fue un poco más mayor cuando descubrió el placer de una historia, y nada más empezar a leer en el cole se aficionó. Él lleva su ritmo, constante. Lee todas las noches, y a veces por las tardes cuando acaba los deberes. Hasta ahora devoraba la saga de Geronimo Stilton y las Aventuras del Capitán Calzoncillos.
Pero el Mayor (9), el Mayor se resistía. A él le gusta escribir, construir, crear… y nunca hasta ahora le había visto coger un libro que no fuera por obligación. Pero este verano de repente y por recomendación de un amigo (aunque ya tenía un par de volúmenes en casa), empezó con uno de los libros de Futbolísimos y entonces ya no paró. Diez libros (que no son precisamente pequeños) en ocho semanas. Libros que hemos acarreado allá donde fuéramos.
Y ya no solo de esa saga, también hemos descubierto los de Forasteros del Tiempo, de los que por ahora sólo hay tres pero esta semana sale el cuarto.
Esta última serie es estupenda para introducir a los niños en distintas épocas de la historia, de una forma divertida y acompañado de sus hermanas, su padre y unas vecinas de su barrio de Moratalaz en Madrid, Sebastián Balbuena se dedica a vivir aventuras junto a los romanos, en la Edad Media o en el Lejano Oeste.
Esta claro, que si ponemos al alcance de los niños libros, buenos libros, adecuados a su edad, y con nuestro ejemplo cercano, al final, conseguiremos que disfruten de la lectura.
Por ahora seguiremos “enganchados” a estas aventura futboleras e históricas, pero ayer al llevarles a un librería vi que empezaron a indagar en otras series…así que tomo nota y por supuesto espero todas aquellas recomendaciones que queráis hacerme para niños de entre 8 y 10 años. A ver si terminamos creando un club de lectura juvenil.
Un beso,