Lo que más me emociona de haber formado una familia es que la hemos moldeado a nuestra medida, y que a pesar de ser 4 miembros con necesidades muy diferentes, al final somos capaces de organizarnos y funcionar juntos. Y eso que compatibilizar la vida de una familia con perro y un bebé a veces no es fácil, pero si posible.
Hace tiempo que quería hablar de ello, porque estoy segura de que hay muchas parejas con mascota que se plantean tener un hijo a las que esto les puede ayudar, o que ya tienen niños y están valorando incorporar miembro peludo.
Son varios los miedos que pueden rondar la cabeza cuando se piensa en juntar a animales y niños, pero creo que con sentido común y siendo consciente de que este tipo de familias necesitan algo más de trabajo, el resultado puede ser muy satisfactorio.
Nosotros estamos en ese momento en el que comenzamos a recoger frutos, así que me doy cuenta de que el tiempo que destinamos de verdad vale la pena al observar que Emma se queda fascinada con todos los perros y con el amor que les demuestra abrazándoles.
Hace algún tiempo os hablé de cómo tomamos nosotros la decisión de tener perro y qué temas me parecían importantes a tener en cuenta en este proceso. Con hijos por en medio el proceso se complica un poco más, aunque en el fondo creo que la cosa sigue yendo de compromiso y amor...
Emma y Baty
1. Comenzando por el principio, cuando nosotros decidimos tener perro siempre tuvimos presente buscar uno cuyo carácter fuera compatible con nuestra vida actual, pero también con futuros niños. Creíamos que eso también ayudaría a poder educarle más fácilmente y que se adaptara a los máximos sitios a la cuales pudiéramos llevarle, y no nos equivocamos.
Primero llegó Gus, un mestizo de Podenco y Labrador. Más tarde Sam, un Labrador que adoptamos en navidades de 2013. Y aunque a Gus no le dio tiempo a conocer a Emma, creo que ambos animales eran buenos para convivir con niños, aunque ser constante con su educación ha sido clave. No es un mito que el trato que reciba un animal de su dueño determina su comportamiento, incluso por encima de su naturaleza. Así que currándoselo se puede llegar muy lejos. Pero si se puede escoger raza, pues mucho mejor.
He leído por ahí que los Caniches son buenísimos en este sentido, y luego tengo los buenos momentos en casa de mis primos con los Bóxer. ¿Tenéis alguna experiencia con ellos?
2. Ha coincidido que últimamente algunas persona de mi círculo me han preguntado cómo nos las apañamos para encargarnos de ambos al mismo tiempo. Sospecho que es porque algunos se plantean comenzar a buscar un segundo niño, y se cuestionan si serán capaces de compaginar las necesidades tan distintas que puede tener dos niños de distintas edades que se encuentran en momentos tan demandantes a la vez.
Pues efectivamente esto es lo que sucede cuando tienes un bebé y un perro, que hay que realizar varias tareas diarias dedicadas al cuidado de cada uno que en ocasiones no son compatibles las unas con las otras. Por ejemplo, en invierno amanece más tarde y a veces hace demasiado frío para sacar a pasear a ambos a primera hora de la mañana, o incluso puede ser que el bebé duerma hasta más tarde de la hora a la que tienes que salir.
Lo bueno es que siendo dos adultos, con el reparto de tareas todo se soluciona. Lo malo es cuando uno falta o está enfermo. En ese caso, toca flexibilizar mutuamente los horarios de uno para llegar a lo que el otro necesita, o si alguien de fuera puede encargarse puntualmente de cosas, entonces fenomenal.
A las familias numerosas como que todo este discurso les queda chico, claro...
3. Nuestro perro es un miembro más de la familia, ni menos ni más importante que el resto. Cada integrante del equipo tiene su carácter, gustos y circunstancias que generan unas necesidades concretas. Así lo vemos.
Seguramente hay personas que no estarán de acuerdo conmigo en este punto, y creo que es perfectamente lícito, siempre y cuando satisfagan igual de bien lo que el bebé y el animal necesitan.
Pienso que a la larga es mejor no instaurar prioridades universales como quién va antes de quién, sino que es más importante prestar atención a qué necesita cada uno y en qué momento, y simplemente organizarse ¿no creéis?
Antes de que Emma llegara, Sam se llevaba toda la atención de nuestra familia, incluyendo la de nuestros padres y hermanos. Por eso asumir que tenía que compartir espacio y tiempo con el bebé le fue un pelín difícil.
Insistimos mucho a la familia en que, a pesar de la expectación y alegría que causaba la llegada del bebé, cuando nos visitaran continuaran haciendo mucho caso a Sam. Nosotros conservamos los mismos horarios, costumbres diarias y juegos que teníamos previamente, con el objetivo de que el perro no se viera perjudicado por la llegada de la niña y lo viera como algo negativo.
También fomentamos mucho que interaccionen y jueguen, es una oportunidad de que refuercen su relación y se conozcan poco a poco.
4. Ya estamos observando diferencias de comportamiento en Emma, respecto a otros niños, los cuales estamos seguros de que están causados al estar creciendo con perro en casa. No tiene miedo ni a los animales ni a otros perros, sino que por el contrario les sonríe, trata de tocarlos, disfruta dándoles de comer y achuchándoles (si se dejan). A la vez estamos trabajando mucho que los trate con suavidad y que les conceda su espacio si lo necesitan.
Como amantes de los animales, para nosotros es muy importante que crezca entre ellos para inculcarle el máximo respeto, amor y la responsabilidad que tenemos con ellos. Aunque se que en cuanto avance un poquito más hay que explicarle que antes de tocar uno hay que preguntar al dueño, por si acaso.
La verdad es que en general me mola que mi hija tenga la oportunidad de crecer con la cualidad extra de querer y saber tratar a los animales, porque creo sencillamente que nos hace ser mejores personas. Personalmente yo desarrollé esto profundamente más tarde, cuando por fin nos convertimos en dueños, pero no crecí con ello.
Aunque en realidad nos preocupemos y enfoquemos mucho en la necesidad de integrarles en la familia y darles un buen hogar, sospecho que en el balance final ellos nos dan mucho más a nosotros de lo que jamás podremos ofrecerles. Pero de eso solo nos damos cuenta a mitad y al final del camino.