Pero las que nos hacen emocionarnos de una manera más intensa y bonita son los pequeños detalles que esas pequeñas 'personitas' improvisan y que consiguen que nos sintamos mucho más especiales de lo que nadie lo ha hecho antes.
Os voy a contar una anécdota que aún hoy recuerdo con especial ilusión. Hace dos años, cuando mi sobrina tenía nada más que tres añitos, se quedó a dormir en mi casa. Por la mañana, la niña vino a mi habitación, y con toda la emoción reflejada en su mirada, me despertó y me dijo: "¡Tía, corre, despierta y ven abajo conmigo!". Cual fue mi sorpresa cuando bajé, que mi sobrina me había preparado con todo su esfuerzo y toda su ilusión el desayuno. Claro, solo tenía tres años, así que el desayuno se compuso de un vaso de leche y cereales que había encontrado, pero la cara de felicidad que emitía la niña cuando me enseñó su sorpresa hizo que fuera el mejor desayuno de mi vida.
Recuerdo también otra anécdota que pasó los pasados Reyes. Mis sobrinos llegaron a casa y vieron todos los regalos. Empezaron a desenvolver todos los paquetes mientras iban descubriendo los juguetes que se habían pedido. Entonces, una de ellas abrió un regalo que resultó ser un pijama. Parecía que no le había hecho mucha ilusión cuando de repente, con muchísima emoción empezó a gritar: "¡Muchas gracias Reyes Magos, es lo que siempre había deseado, me encanta!". Os podéis imaginar la cara de bobos que se nos quedó a toda mi familia admirando a la niña.
Bueno chicas, yo ya he 'roto el hielo' con algunas emotivas historias de mis sobrinas, ahora es vuestro turno, ¿nos contáis alguna anécdota de vuestros peques con la que se os haya 'caído la baba'?
Fuente: fotografía de The Baby Sleep Site