En consecuencia, muchas familias están presentado problemas de comunicación. En casa todo es automatizado. El DVD, los televisores, computadoras y ahora hasta los más pequeños del hogar tienen su propio smartphone o tableta.
Perjuicios de la tecnología en el seno familiar
Pero esa “modernidad” ha fracturado otras rutinas de la familia, como por ejemplo sentarse a la mesa a comer y compartir una charla amena. Es común que a la hora de la comida o bien en la cena, cada quien tome su plato y se vaya a un lugar diferente a comer, cuando debería ser el tiempo y espacio para compartir un poco y ponerse al día de lo que sucede en la cotidianidad.
La agitada rutina diaria ha demandado que tanto la madre como el padre tengan que salir a trabajar para traer el sustento a casa, muchos optan por inscribir a sus niños en actividades extracurriculares para combatir el ocio. Pocas son entonces las oportunidades para que la familia comparta. La hora de comer sigue siendo ese puente entre las horas del día que hay que fomentar para que los encuentros sean agradables entorno a la mesa.
Cómo involucramos a nuestros hijos
Es sencillo, desde que están pequeños debemos dar responsabilidades a los niños no sólo en cuanto a la mesa se refiere, sino también, sobre las labores del hogar. Pueden comenzar ayudando en la preparación de ensaladas, colocando las servilletas y cubiertos, sirviendo el pan. Una vez finalizada la actividad pueden continuar ayudando a lavar los trastes y ordenarlos en sus respectivos lugares.
Si la familia se maneja con alguna religión o por cortesía, los niños también podrían decir algunas palabras en acción de gracias antes de iniciar la comida. Ser agradecido fomenta una actitud positiva y consolida la confianza de los pequeños para expresarse. Es prudente que los padres eduquen a los niños sobre el comportamiento en la mesa según las reglas de protocolo.
Es buena ocasión para enseñarles normas de higiene, como la importancia de lavarse las manos antes de comer, cerrar la boca al masticar, tomar despacio bebidas y no hacer migajas por doquier.
Puede volverse una costumbre familiar, por ejemplo, a la hora de la cena, que todos puedan compartir cómo les fue en su día y si aún falta algo por hacer sobre asignaciones escolares, puedan plantearlo para que así los padres puedan resolver. La mesa es un lugar sagrado para las familias que crean el hábito de verse, hablarse y escucharse, es un espacio activo y de excelencia para los que atesoran momentos de calidad.
Otra consecuencia de la tecnología
Es muy importante resaltar que el uso excesivo de los aparatos tecnológicos pueden generar diferentes tipos de enfermedades y males, tanto físicos como dolores de cabeza, espalda o problemas visuales, como la perdida de la visión, así como problemas sociales como la perdida de la interacción social