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Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) vinieron para quedarse en la sociedad. La vieja idea de considerar la tecnología como indeterminación positiva no se corresponde muy bien con la realidad cotidiana que se aprecia comúnmente en cada ámbito humano, aunque los beneficios son innegables. También en el sector educativo.
Cuando se decide, se determina. Por ello, decidir es tanto como determinar, escribe el doctor Antonio Bernal [1]. Así pues, decidirse por la incorporación de las TIC en la educación es determinar un contexto tecnológico. Por consiguiente, se comienza un proceso de confección social a desarrollarse: complejo, inacabado e imperfecto. Podemos leerlo en el artículo de Alberto Sebastián Barragán, titulado Tecnología Educativa: Estrategias fallidas, en el medio digital Educación Futura.
Por otra parte, nuestra experiencia propia con la tecnológica en contextos educativos tiene la justificación del deber ser. El hecho de que a menudo nos sentimos capaces de predecir el futuro nos conduce a la toma de decisiones en pro de una cuestionada sociedad del conocimiento. Aunque hasta el momento es una sociedad de la invasión TIC. Cierto es que la propia dinámica social nos empuja, nos obvia obstáculos y nos fomenta una ilusión de facilidad para inocular el discurso de lo tecnológico como natural. Aquellos disidentes de las TIC son estigmatizados como antiguos, rancios, trasnochados e incompetentes.
Cuando avanzamos en el mundo de eficacia y eficiencia de las TIC, nos sentimos más competentes, y realizamos artificios sofisticados con ligereza y estética antes no pensados. Cuando nos sentimos cuestionados por aquellos tecnófobos, los estigmatizados, contratacamos con la falsa bandera de la nueva educación atribuyendo diversos complementos como educación digital, educación del siglo XXI, educación empoderadora, educación auténtica, etc. Como diciendo sin decirlo, ser tecnófilo es ser superior. Apunta el doctor Bernal: Vendría a significar poder hacer lo que se quiere sin que nadie lo impida[2]. Porque olvidamos el punto de partida, decidimos que la tecnología guíe nuestros pasos. Por tanto, determinamos esa deriva social.
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Situados en este punto, ¿cuál es el desafío de las TIC a la educación? Desplazar el pensamiento pedagógico hacia los márgenes de la acción educativa, suplantándolo por una racionalidad técnica donde domine la lógica de los medios y se difumine cualquier otro tipo de discurso en torno a: ¿para qué y sobre qué educar? Es decir, confiar el fin al medio, dejando la decisión a los técnicos que determinarán la práctica educativa. Por tanto, planteamos la clave pedagógica para afrontar el desafío:
La clave ante la irrenunciable presencia de las tecnologías de la información y de la comunicación, que configuran una sociedad red con posibilidades y limitaciones particulares, es dotar de racionalidad pedagógica la educación desde la acción y el efecto. Supeditando y controlando los medios técnicos a la finalidad educativa. Puesto que educar es dotar de capacidad para la convivencia en colectivo y ejercicio de la libertad individual sin dependencia alguna a dispositivos superfluos.
La clave es dotar de racionalidad pedagógica la educación desde la acción y el efecto.
De nada sirven propuestas de medios, herramientas y recursos TIC. Menos aún revestir de artefactos tecnológicos los procesos de enseñanza-aprendizaje. Todo ello, sin decidir qué tipo de sociedad más allá de la hiperconectada y ciudadanos más allá de lo cibernéticos pretendemos determinar. Sumando incertidumbre y complejidad manifiesta que cuestionan la posibilidad del logro.
Por último, derivado de lo anterior, podemos leer el artículo Del Programa de Inclusión y Alfabetización Digital al Programa de Inclusión Digital: ¿Hacia donde vamos? del compañero Miguel Ángel Gallegos en Educación Futura. Donde observamos sintéticamente, qué tipo de racionalidad ha dominado y qué tipo de acciones han guiado las políticas en este ámbito concreto de la tecnología educativa.
Notas y Referencias:
Doctor Antonio Bernal Guerrero, Profesor del Departamento de Teoría e Historia de la Educación y Pedagogía Social de la Universidad de Sevilla (España).
Bernal, A. (2012). Educar en la libertad y la responsabilidad. Una tarea compleja. Revista Edetania, 42, p. 75-90.