Te has preguntado alguna vez ¿cómo cuidar a tus hijos durante la época de calor? El buen tiempo y las altas temperaturas son rasgos característicos del verano. Es una estación en la que apetece salir a la calle, realizar actividades que las lluvias no han permitido y disfrutar de la luz del día. Sin embargo, debemos tomar precauciones, porque el excesivo calor aumenta los riesgos de sufrir deshidratación, insolación o padecer el conocido golpe de calor.
Aunque puede afectar a todas las personas, se debe prestar especial atención a los más pequeños de la casa. Pedro Cantero, especialista en pediatría del Colegio de Médicos de Cantabria, afirma que el principal efecto perjudicial del calor es el riesgo de deshidratación que puede producirse en los niños, sobre todo en los más pequeños, que son aún más vulnerable.
Por tanto, hay que ponerles ropa fresca, proporcionarles una dieta sana y equilibrada, evitar las salidas y actividades físicas en las horas de mayor calor y guardar unas medidas de seguridad en el hogar que les proteja de todos estos efectos.
Golpe de calor
El golpe de calor es el efecto que produce la prolongada exposición a las altas temperaturas. Según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), esto se debe a que el cuerpo es incapaz de regular la temperatura corporal. Ésta puede llegar a alcanzar los 41ºC y provocar graves lesiones en el organismo, alteraciones metabólicas en los pulmones y en el corazón, e incluso llegar a causar la muerte de niños en numerosos casos.Inicialmente se produce una sudoración excesiva, para intentar disipar el aumento de temperatura corporal, explica el experto. En los bebés puede apreciarse irritación en los pliegues debido a dicha sudoración.
Si el calor persiste y no se hidrata al niño, pueden aparecer sed intensa, calambres musculares y agotamiento. Además, la temperatura corporal irá aumentando a medida que aumente la deshidratación. El paso siguiente, en caso de no instaurarse un tratamiento con rapidez, será la disminución del estado de conciencia, llegando incluso a la letargia, afirma Cantero.
Los síntomas más evidentes son sentir náuseas y mareos, presentar enrojecimiento en la piel, dolores de cabeza y aceleración del pulso. Por ello, hay que tomar unas precauciones que favorezcan el enfriamiento del cuerpo. Además, nunca hay que dejar a un niño pequeño solo en un vehículo cerrado y estacionado al sol, pues las temperaturas que en él se alcanzan son muy elevadas y aumentan considerablemente el riesgo, advierte el pediatra.
¡Toda precaución es poca!
La deshidratación se evita bebiendo líquidos en abundancia, sin esperar a tener sed, señala el experto. No obstante, aunque el agua es un elemento fundamental, no basta, pues con las altas temperaturas se pierden también sales minerales, y es necesario utilizar soluciones de rehidratación que contengan dichas sales, añade Cantero.Por otra parte, hay que evitar que los niños realicen ejercicio o que salgan a la calle especialmente entre las 11 y las 17 horas, cuando el calor es más intenso, y mantenerles a la sombra en lugares frescos y ventilados. Deben utilizar ropa fresca con abundante aireación, protección solar elevada, gorros siempre que sea posible y, por supuesto, hidratarles en abundancia, destaca el experto.
En la playa o la piscina también hay que evitar que se expongan al sol las horas de mayor calor. El elemento esencial es la crema solar: el factor de protección solar debe ser siempre elevado, superior a 30 en la mayoría de los casos, aunque depende del tipo de piel del niño, explica el pediatra. Su utilización debe iniciarse al menos media hora antes de la exposición directa al sol, y ha de repetirse en intervalos cortos mientras dure ésta. La utilización de gafas de sol y viseras también es muy recomendable.
Protégelos dentro y fuera
En casa también se necesita llevar a cabo una serie de medidas preventivas. Entre ellas destacamos tener las ventanas cerradas y persianas bajadas en edificios donde dé mucho el sol a lo largo del día, siendo la noche un buen momento para ventilar y refrescar la casa. Se recomienda permanecer en lugares frescos y con ventilación abundante, utilizar el aire acondicionado si es posible, además de beber agua y otros líquidos con frecuencia, señala el experto.
Respecto a la alimentación, se recomiendan comidas poco copiosas y de fácil digestión, sobre todo fruta y verdura fresca. Las grasas y las comidas ricas en proteínas precisan una digestión más elaborada, y debe reducirse su administración proporcionalmente, explica Cantero.
El calor y el sol pueden resultar muy dañinos para la salud, porque además de producir quemaduras, favorecen el envejecimiento prematuro de la piel y aumentan el riesgo de padecer tumores cutáneos. Por tanto, para evitar todos los efectos negativos, la utilización de crema, gorros, gafas de sol, ropa ligera y de algodón y, especialmente, beber mucho agua, se convertirán en algo indispensable para pasar un estupendo y saludable verano.
Agradecimientos: a Pedro Cantero, Colegio de Médicos de Cantabria.