Estos días aumentan un 30% las consultas de pacientes que acuden a terapia de coach en busca de ayuda para organizar las vacaciones infantiles. Y es que no sabemos qué hacer con el tiempo libre con niños.
Hay unos puntos principales que se tratan en estas consultas. Son la planificación de actividades de los niños y la organización de las vacaciones. También la conciliación laboral y cómo evitar el estrés que puede perjudicar las relaciones familiares.
A las puertas del inicio de las vacaciones se produce una paradoja. Las exigencias de la conciliación laboral frente a una agenda infantil repleta de actividades. Es en esta búsqueda de ocio para los niños donde se produce una sobreocupación infantil. Casi es imposible que los pequeños puedan descansar.
Desde las consultas de Coaching Club se observa que cada vez las familias encuentran más reducido su espacio de ocio y disfrute compartido por la proliferación de actividades y obligaciones tanto extra-laborales como extra-escolares. Esto afecta a la calidad de las relaciones familiares.
Este exceso de actividad y deberes se agrava en el caso de niños de corta edad y adolescentes. Son víctimas de la sobreocupación y de la supeditación a unas agendas que poco difieren de los requerimientos de la de sus padres.
Además de las obligaciones escolares habituales, muchos niños y adolescentes reciben clases adicionales de idiomas, de apoyo en algunas asignaturas, disciplinas artísticas, deportes, etcétera. Asumen una dinámica incesante de programas recargados desapareciendo los espacios para el juego, el ocio o el entretenimiento.
Pánico a la agenda vacía
Desde Coaching Club es recurrente hablar con los pacientes que acuden para hablar sobre una demencial tendencia a mimetizar el mundo infantil con el muchas veces angustioso ritmo de vida de los adultos.
En la frenética vida laboral de los padres, se da la situación de que no logran transmitir a sus hijos las experiencias de ocio o los juegos propios de la infancia. Al contrario se empeñan obsesivamente en que no adolezcan de carencias que observan en sí mismos, recargando sus obligaciones hasta límites inasumibles.
Algunos padres que acuden a sesiones de coaching y terapia, no son conscientes en ocasiones de hasta qué punto es positivo que los pequeños dispongan de un tiempo de distensión. Es bueno que tengan tiempo de descanso, hasta incluso de aburrimiento. Eso posibilita que se ponga en marcha su imaginación y su creatividad, habilidad clave para completar el proceso educativo.
La exigencia pasa factura
Los padres deben en cuenta que ese cúmulo de actividades y de obligaciones disminuye la capacidad de sus hijos para percibir y conectarse con sus propias necesidades emocionales, así como para desarrollar sus propias aptitudes personales y su talento.
Los primeros síntomas que nos indican que un niño empieza a padecer de sobrecarga serían la pérdida de apetito y las dificultades para conciliar el sueño. Le seguirían la creciente irascibilidad, la dificultad para relacionarse socialmente o la disminución del rendimiento académico. Todo ello además de las consecuencias de un estrés sobrevenido cuando sienten una desproporción entre las demandas exigidas y las posibilidades y recursos en sus manos para tratar de satisfacerlas.
¿Qué pueden hacer los padres?
Comprar pocos juguetes. Sólo los que estimulen la imaginación de los pequeños.
Evitar los juguetes electrónicos.
Evitar la carga excesiva de actividades.
Enseñarles a los niños a aprovechar el tiempo libre y darles materiales sencillos del hogar para explorar
Dejarlos jugar libremente.
Estimular las actividades al aire libre. La naturaleza es una fuente inagotable de inspiración y asombro.
Tratar de disminuir las horas de televisión tablet y ordenador
Dedicar tiempo a estar con los niños en el hogar y proponer actividades para hacer en conjunto.
En TUMINIYO, ya os propusimos en su día algunas actividades. Recursos para que aprendan mientras juegan.
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