Imagino que en repetidas ocasiones a lo largo de vuestra vida habréis escuchado esta expresión: “Tener el baile de San Vito”. Y que nunca os habréis preguntado de dónde procede. Cosa normal por otra parte. Yo, que de vez en cuando soy un poco freak, me lo pregunté el otro día. Luego entenderéis el porqué. El baile de San Vito es el nombre coloquial con el que se conoce a la enfermedad de Huntington, un trastorno neurodegenerativo, considerado hoy en día una enfermedad rara, que afecta a unas 4.000 personas en España. La mayoría entre los 30 y los 40 años. Y paro de contar que el papá en prácticas tiene tendencia a la hipocondría.
La leyenda cuenta que durante los siglos XIV, XV y XVI hubo famosas plagas de baile que azotaron a gran parte de Europa. En una de ellas, en 1518, una mujer de Estrasburgo llegó a estar bailando de forma ininterrumpida y sin parar para comer durante cuatro días (con sus respectivas noches). Más de 400 vecinos se sumaron a esta locura colectiva en la que los afectados se movían de forma compulsiva. El nombre de esta locura, que los especialistas relacionan con trastornos psicogénicos que acostumbran a aparecer tras largos periodos de angustia y tensión, la leyenda lo achaca al mártir San Vito, que en el año 303 murió a causa de grandes convulsiones provocadas por las torturas a las que fue sometido.
Hoy en día, esa locura de baile ininterrumpido de la que hablan las leyendas afecta a gran parte de los padres con bebés a su cargo. Aunque muchos de ellos ni siquiera son conscientes de sufrir el mal de San Vito. A los afectados podréis reconocerlos de forma sencilla: Acostumbrados como están a tener un suave bailecito para dormir y tranquilizar a sus bebés, cuando no tienen a éstos en brazos siguen moviéndose al extraño compás de una melodía que nadie al margen de ellos parece escuchar. En nuestro caso nos la diagnosticamos hace unas semanas, cuando dejamos a la pequeña saltamontes en brazos de una amiga mientras nosotros seguíamos, ya sin bebé a cuestas, con nuestro particular bailoteo.
Para que os hagáis una idea y os ayude a identificar de forma aún más fácil a los contagiados, os diré que se trata de un movimiento sencillo. Una ligera y arrítmica oscilación de izquierda a derecha en la que sólo se mueve el tronco. Los pies no se despegan del suelo. Muy al estilo de los bailes que podéis ver en cualquiera de esas abarrotadas discotecas que pueblan España (en las que todo el mundo mueve la cabeza y el tronco, pero nadie los pies. ¿Nunca os habéis fijado en ello?), sólo que a cadencia de nana en vez de a ritmo de electro house.
Semanas después del diagnóstico aquí seguimos. Con nuestra particular danza metida de forma permanente en el cuerpo. ¿Y vosotr@s, habéis sufrido la mutación paterna/materna del baile de San Vito?