Nadie me contó cómo sería mi cuerpo tras el parto. Durante el embarazo me pasé semanas observando los cambios que iba sufriendo mi figura, los aceptaba con una sonrisa, me imaginaba como sería con unas semanas más, un trimestre más. Fotografíe cada cambio, cada mes, ilusionada, entusiasmada, radiante. Nunca me sentí tan llena de vida, tan bonita y plena.
Durante 42 largas semanas me dieron todo tipo de consejos, escuche muchas historias de partos, de embarazos, de mujeres que ya eran madres y querían compartir a veces de forma positiva y otras no tanto, como había sido su experiencia. Pero ni una de ellas me habló del cuerpo tras el parto, ni de como cambiamos nosotras como mujeres al convertirnos en madres.
Nunca he sido una persona delgada, siempre me han sobrado kilos, a veces muchos y otras no tantos. Mis primeras estrías aparecieron en la adolescencia, no supe que eran hasta pasados unos años, no me importaban, estaban ahí y formaban parte de mí. En cambio al quedarme embarazada todo el mundo insistía en la importancia de cuidar la piel, comencé los primeros meses a embadurnarme con crema nívea (la de toda la vida) a la cual añadía rosa mosqueta y aceite de almendras. Las últimas dos semanas las estrías hicieron su aparición, tampoco las di importancia.
Hasta semanas después de tener a Vikingo no me planteé quién era esa mujer que se asomaba tras el espejo cuando yo me observaba. Aquella imagen era la de una desconocida, porque nadie me dijo que iba a tener unas ojeras de justicia de forma perpetua, nadie me habló de que por mucho que adelgaces y vuelvas a calzarte los pantalones de siempre ya no quedarían igual. Nadie me dijo que la cicatriz de mi cesárea iba a estar ahí por muy fina que pareciese al principio, ni que lo que parecían pequeñas estrías cuando estaba embarazada iban a llegar casi hasta el ombligo cuando la tripa volviese a su ser ¡si es que vuelve!
Nadie me dijo?.o quizás yo no quise saber. Seguí mirándome al espejo, sin comprender donde estaban mis caderas, o que había pasado con mi cintura. Nadie me explicó que las madres de portada solo están ahí, en las revistas, que el resto del mundo sufre un cambio como el que yo sufría. Las afortunadas vuelven a su ser, el resto de los mortales cambiamos tras el parto. Pero hasta la fecha no me lo planteé, hasta que tuve que lidiar con mi propia imagen, aprender a quererme tal y como era, comprender que tras traer una vida al mundo nada vuelve a ser como antes, todo cambia, hasta el envoltorio.
¿Por qué no quererme así? He tenido que sufrir muchos comentarios durante estos 16 meses desde que nació Vikingo, mujeres que hablan de la prima de la amiga que perdió 20 kilos a las dos semanas de haber parido, de lo estupenda que está la vecina del quinto tras traer cuatrillizos al mundo, de lo fácil que es pasarte horas en un gimnasio y comer lechuga a diario. He llegado a no querer mirarme, a pensar que aquella del espejo no era yo, a intentar seguir las normas marcadas por una sociedad que me dice cómo debo ser, cuanto debo pesar y que color de pelo toca esta temporada. Y mi respuesta es ¡No me da la gana!
No me da la gana ser como otros esperan que sean, no necesito ser una madre de portada, ni obsesionarme con ponerme una talla de pantalón que en mi vida he llevado. No quiero ocultar las marcas de mi embarazo, no quiero odiar mis estrías, ni la cicatriz de mi cesárea por donde mi hijo vino al mundo. No quiero escuchar hablar de dietas milagro, ni de lo maravilloso que es estar estupenda mientras te mueres de hambre. No quiero que mi hijo crezca al lado de una madre que no se quiere a sí misma, porque la sociedad en la que vivimos no acepta que las mujeres parimos y cambiamos. No quiero que el día de mañana Vikingo juzgue a su pareja o a cualquier otra mujer por "no volver a ser la misma", quiero que ame cada parte de ese ser que ha dado vida, que mire orgulloso a cada una de las mujeres de este mundo que son fieles a sí mismas.
Quiero volver a mirarme al espejo y aceptar quién soy, recordar que mi esencia sigue ahí, que sigo siendo bonita, que puedo comerme el mundo, que poco importa si la báscula sube o baja, si tengo estrías, si ya no me vale ese maldito vestido que tan sexy me hacia?.
Quiero ser yo y punto, con mi cuerpo de ahora, con el cuerpo que me ha dejado el parto, con el cuerpo que tengo tras traer a mi hijo al mundo.
Mami Productions
*Fotografías de Ashlee Wells Jackson y su proyecto ""4th Trimester Bodies Project"