Mis brazos son suyos para envolverlos en un abrazo,acunar a mi recién nacido y mecerlo para que se duerma,
y para llevar a mi niña pequeña y empujar a mis hijos mayores en el columpio.
Mis piernas son suyas para escalar y perseguir por el parque,
y me mantienen erguida todo el día y me mantienen en marcha, pase lo que pase.
Mis arrugas son suyas, de las noches que pasé despierta moviendo sus pequeños pies en mi espalda,
y las madrugadas jugando con dinosaurios cuando todo lo que quiero hacer es dormir.
Mis oídos son suyos, para escuchar a través de arrullos hasta las primeras palabras e historias interminables.
Mis labios son suyos para besar boo-boos, y tener la voz que los defiende y les recuerda lo amados que son.
Entonces, los cuerpos de las mamás tienen celulitis, estrías y vientres caídos, PERO hacen mucho. Y lo último que se le debe hacer sentir a una madre después de dar a luz es odio por el cuerpo que la ayudó a hacerlo.
Pero esto es normal en una cultura que espera cuerpos perfectos de las mujeres sin importar lo que estén pasando en sus vidas.
Así que este es tu recordatorio de que este cuerpo es para nuestros hijos.
Y mira todo lo que ha hecho por ellos.
Los trajo a este mundo,
hizo que la magia sucediera,
y se ha convertido en su hogar.
Entonces, es hora de que aprendamos a amar nuestros cuerpos.