AMOR Y OJERAS…
Si tuviera que describir en dos palabras a una mamá, esas palabras serían amor y ojeras.
Desde que nos convertimos en madres, experimentamos un tipo de amor que no sabemos de donde nos sale, ese amor que no tiene límite, tanto, que sientes que se te desborda.
Pero también se nos desborda el cansancio, al que estamos tan acostumbradas que ya ni lo sentimos, si acaso cuando al fin hemos logrado acostarnos y sentimos el peso de todo el día y a la mañana siguiente, cuando nos levantamos aún más cansadas, después de una sesión de karate de nuestros hijos a lo Bruce Lee (patadas y manotazos perfectamente aplicados en la cara, el estómago y espalda de papá y/o mamá).
Las ojeras son la marca de la maternidad (sobre todo al principio), pero combinan perfectamente con nuestro amor infinito, ese amor que te invita a llenarte de fortaleza, que se convierte en tu voz interior y te dice dale que sí puedes hacerlo, y ahí estamos cada día, haciéndolo…
La maternidad nos transforma, nuestra esencia permanece pero ya no somos las mismas, somos una versión mejorada de nuestras propias identidades, ahora amamos sin medida, entregamos sin esperar que nos sea devuelto, nos sentimos grandes aun cuando las fuerzas se han desvanecido y llevamos con orgullo aquellas manchas oscuras bajo nuestros ojos, porque son nuestra marca de batalla, de la que siempre saldremos victoriosas.
– Texto de Carolina Casal / Ilustración June Jewell –