Cada embarazo es único y cada parto irrepetible. Definitivamente uno no sabe qué va a suceder ese día maravilloso en el que nace un bebé que te convierte en madre y en nuestro caso no fue la excepción. El pasado 22 de junio Dios nos bendijo con el nacimiento de Lorenzo. Once días después ya me siento un poco más tranquila para poder sentarme un rato a escribirles esta historia tan importante en nuestra vida.
Quienes me siguen me habrán visto tener un embarazo súper tranquilo y relajado, con tacones, ejercicios, cocteles, masajes y una vida muy usual a la que tenía en la etapa previa. Me sentía tan bien que mi expectativa era un parto similar. Sin embargo la historia, aún llena de amor, es un poco más compleja.
En la semana 38 me resfrié con una tos insoportable, que a pesar de las pastillas, jarabes y confites de jengibre no daba tregua. Cuando tosía me angustiaba porque sentía el vientre moverse y me sentía muy cercana a la fecha; Lorenzo ya estaba muy grande y todos decían que no iba a llegar a semana 40.
El jueves en la noche sentí un poco de líquido transparente bajar, por lo que mi doctora me indicó que fuera a monitorearme al Hospital el viernes en la mañana. El solo hecho de decirle eso a Joaquín lo hizo preocuparse, pero yo le decía que era un simple chequeo… jaja! En mi interior no estaba segura de nada, pero antes de salir fui corriendo por mi cosmetiquera que hacía falta en mi maleta previamente empacada y almacenada en el carro.
Ingresamos a la Clínica Bíblica el viernes 21 a las 11am. Ya había botado el tapón, el monitoreo de Lorenzo estaba perfecto, pero no tenía más de 2cm de dilatación ni contracciones reales. Me colocaron un protector que indica si es líquido amiótico y me pidieron que saliera a caminar por media hora. Almorzamos con calma, y al regresar al maternidad a la 1:00pm, en medio ascensor, sentí que me orinaba. Qué angustia con tantas personas entrando y bajando en cada piso hasta llegar al quinto.
Hicimos admisión, Joaquín fue por la maleta y nos hospedamos en la habitación 505 a esperar que empezara mi labor. Me colocaron un suero simple a las 2:00pm que se unió a la oxitocina a las 7:30pm ante mi falta de avance. A las 11:30pm tenía una contracción de 100 por minuto, me temblaban las piernas y quería vomitar del dolor. Sin embargo en ese momento recibí una noticia que me devastó. Solamente había llegado a 3cm…
En ese momento me derrumbé. Mi sueño siempre fue tener un parto natural y me enfoqué en alcanzarlo durante todo el proceso. Gracias a Dios Lorenzo estaba en perfectas condiciones y me supe rodear de personas que deseaban respetar mi decisión y me ayudaron a encontrar una salida.
Luego de un baño de agua caliente, a media noche iniciamos con microdosis de epidural. Mi labor de parto fue larga, súper larga y cansada. Nunca lo hubiera logrado sin el apoyo de Joaquín, del cuerpo médico y de las enfermeras del Hospital presentes esa noche.
A las 6:00am me indicaron que había alcanzado los anhelados 10cm y que podíamos pasar a la sala de parto. La anestesía me tenía bastante tranquila en ese momento, así que me bañé, me peiné y salí caminando triunfante! Yo pensaba que lo duro ya había pasado.
Entramos en sala, pero mi cuerpo cansado y mis pulmones resfriados no colaboraban a pujar lo suficiente. Lorenzo se devolvía en cada intento y yo ya no tenía fuerzas. A cada dos intentos monitoreaban su corazón y estaba perfecto, lo que me daba un poco de paz. Yo intentaba hacer mi trabajo, desde distintas posiciones, visualizando a mi bebé salir. Ese bebé tan esperado y tan amado. Estaba ahí, a instantes de verlo, pero no era capaz de lograrlo.
Finalmente a las 8:05am con ayuda de fórceps nació el nuevo amor de nuestras vidas. Un bebe divino y perfectamente sano, ese gordito de 3,4kg y 50cm que colocaron sobre mi vientre desnudo en el instante que salió.
En ese instante nos convirtimos en padres finalmente. Padres nos sentimos desde que el positivo en la prueba nos dijo que teníamos una lenteja en camino, pero nada se compara con poder verlo, olerlo, escucharlo, sentirlo.
En estos pocos días Lorenzo ya ha transformado nuestras vidas. Nada volverá a ser igual que antes. Ahora nuestra camada es de tres y no podemos concebirlo de otra manera. Mi labor de parto fue extensa e intensa, mi recuperación se complicó un poco, pero eso no importa al verlo a él perfectamente sano en mis brazos.
En los próximos días les sigo contando los pormenores de mi recuperación y mis inicios en el mundo de la maternidad. Me siento llena de amor y agradecimiento por tantos mensajes y regalos que hemos recibido en estos días y no podía esperar más para contarles nuestra historia.
Fotografías: Sissi Escalante
Hospital Clínica Bíblica
un abrazo,