Antes de Lorenzo creía que la historia de un nacimiento terminaba cuando el bebé nacía. Fue otra sorpresa para mí el haber vivido una recuperación complicada, pero de eso se trata la vida!
Cuando visitamos la Clínica por primera vez nos indicaron que después del nacimiento tanto la mamá como el bebé debían permanecer 24 horas en observación. Al escuchar eso yo simplemente pensé en la recuperación de Lorenzo, no me pasaba por la cabeza la posibilidad de que fuera yo quien debía estar hospitalizada porque siempre he sido súper sana.
Al nacer Lorenzo sufrí un pequeño desgarro interno y el anestesiólogo me indicó que debía permanecer 6 horas acostada por la epidural, así que me pusieron al bebé piel con piel sobre mi pecho y nos acurrucamos plácidamente. Siempre escuché que las mujeres de parto natural salen caminando el mismo día, así que calculé que a las 2:00pm ya me podía levantar para bañarme y le dije a mi mejor amiga que llegara después de eso para estar lista para visitas!
Mi sorpresa fue que esa tarde no pude levantarme…
Me intentaron ayudar, pero cada vez que me sentaban me desmayaba. Había perdido sangre y el nivel de la hemoglobina llegó a 7, así que cancelamos las visitas e incluso mi anhelada ducha.
Esa noche me recomendaron que lo mejor era que las enfermeras cuidaran de Lorenzo para descansar yo. Fue sumamente difícil para mí admitir que no estaba bien y que debía desprenderme de mi bebé por esa primera noche, pero entendí que debía mejorar para que él también estuviera bien.
En ese momento aprendí lo que es la culpa de «mala madre»…
Nunca había pasado una noche en un hospital, menos tres. Nunca había necesitado ayuda para bañarme, nunca había tenido tantas vías en mis brazos, llenas de medicamentos y tranfusiones de sangre. Perdí la cuenta de los turnos de enfermeras que me tocaron, las veces que me visitaron con más indicaciones médicas y toda la ayuda que necesité ese largo fin de semana. Yo llevaba mis batas divinas e incluso maquillaje para sentirme linda, pero no era capaz ni de lavarme los dientes de pie…
Fue muy difícil, han sido los días más difíciles de mi vida. Lloré desconsolada el lunes en la mañana mientras Joaquín me ayudaba a bañarme, mientras le decía que dos días después de nacer aún no había sido capaz de alzar a Lorenzo estando de pie…
Sin embargo, nunca dejé de agradecerle a Dios que los malestares eran sólo míos. Desde el domingo el pediatra le dio de alta a Lorenzo, mi gordito precioso estaba súper sano. A mí me dejaron irme a casa hasta el lunes, así que a él y a Joaquín les tocó acompañarme por un día más en la Clínica.
Esa noche si dormimos los 3 en la habitación, aprendimos a cambiar pañales y seguí adelante con la lactancia. Al amanecer el lunes pude finalmente levantarme, empacar mi maleta para irnos y finalmente pude sentirme capaz de alzar a Lorenzo.
Días difíciles, pero como me dice Joaquín, todo lo bueno cuesta. Me costó mucho sentirme tan mal, pero sobre todo porque tenía a un bebé a mi lado dependiendo de mí. Un bebé que pedí por mucho tiempo y al llegar no era capaz de compartir con él tanto como esperaba.
Pero todo pasa…
Ese fin de semana quedará en mi memoria por siempre, pero ya es un recuerdo. Ha pasado muy poco tiempo, pero al ver cómo ahora puedo disfrutar de mi bebé me hace sentir orgullosa y satisfecha. La culpa de madre la he seguido sintiendo, pero me consuela admitir que hago lo mejor que puedo, y que es imposible hacerlo perfecto. Con mi amor incondicional soy la mejor mamá que Lorenzo pueda tener.
un abrazo,